La Gran Aventura de los Frailejones



En lo más alto de los Andes, donde el aire es fresco y las nubes parecen acariciar las montañas, vivía una comunidad de frailejones. Eran plantas altas y elegantes con hojas grandes y redondeadas. Cada frailejón tenía su propio carácter, pero todos compartían un gran amor por la naturaleza que los rodeaba.

Un día, el más pequeño de los frailejones, llamado Fito, sintió que tenía que hacer algo grande. "¡Quiero ser un héroe!", exclamó con entusiasmo.

Sus amigos, Lila y Rocco, se rieron. "¿Y cómo pensás ser un héroe, Fito?", preguntó Lila, curiosa.

Fito se estiró lo más alto que pudo y dijo: "Voy a ayudar a todos los animales de la montaña. ¡Ellos necesitan mi ayuda!"

Rocco, un frailejón robusto, se lo quedó mirando. "¿Pero qué pueden necesitar los animales que no tengan ya?"

El pequeño frailejón sonrió y afirmó: "Voy a descubrirlo."

Esa misma tarde, Fito bajó por la ladera de la montaña. Al llegar al bosque, se encontró con una familia de conejos.

"¡Hola, conejitos! ¿Necesitan ayuda?"

Los conejos lo miraron con ojos grandes. "¡Sí, Fito! Necesitamos que nos ayudes a encontrar comida. La hierba se está volviendo escasa."

Fito pensó por un momento y recordó que en el otro lado del río había un prado lleno de hierbas coloridas y sabrosas. "¡Siganme! Vamos a buscar comida juntos!"

Los conejos siguieron a Fito hasta el prado. Cuando llegaron, se desbordaron de alegría. "¡Es increíble! Gracias, Fito. ¡Eres un verdadero héroe!"

Fito sintió un gran orgullo, pero sabía que su aventura no había terminado.

Al día siguiente, se propuso ayudar a otros animales de la montaña. En el camino se encontró con una tortuga llamada Tula.

"Hola, Tula, ¿necesitás ayuda?"

Tula se veía cansada. "No puedo encontrar el camino de regreso a casa, está todo tan complicado. La niebla no me deja ver!"

Fito tuvo una idea: "Te guiaré hasta tu hogar! Solo seguí mis hojas y no te apartes."

Juntos atravesaron la niebla. Fito utilizó sus grandes hojas como una brújula para que Tula no se perdiera. Finalmente, llegaron a la casa de Tula, y ella le dio un gran abrazo. "¡Eres el mejor, Fito! Gracias por ayudarme a encontrar mi hogar."

Fito sonrió.

Sin embargo, a medida que Fito ayudaba a los animales, también comenzó a darse cuenta de que necesitaban un lugar donde vivir sin preocupaciones, donde pudieran estar a salvo y alimentarse. Entonces, pasó horas pensando y aprendiendo con Lila y Rocco, quienes lo acompañaban en sus aventuras.

"¡Debemos hacer algo!", dijo Lila, emocionada.

Lila propuso reunir a todos los frailejones y pensar en un lugar que pudiera ser un refugio para los animales. "¡Se me ocurre un lugar en el valle que está lleno de flores!"

Fito, lleno de energía, agregó: "¡Sí! Y podemos crear un jardín donde todos ellos puedan disfrutar de la comida y la belleza!"

Así, al siguiente día, todos los frailejones trabajaron juntos. Plantaron flores, hierbas y crearon pequeños refugios. Los animales comenzaron a llegar y pronto el jardín se llenó de risas de conejitos, tortugas, pájaros y mariposas.

"¡Miren lo que hemos hecho!", gritó Rocco, lleno de alegría.

Fito, emocionado, comprendió que una gran aventura no se trataba solo de ser un héroe. "A veces, ser un héroe significa ser parte de una comunidad y ayudar a otros a encontrar su lugar en el mundo."

Desde ese día, el jardín se convirtió en un refugio para todos los animales, y Fito siempre recordaría cómo la unión de muchos podía crear algo maravilloso. Así, vivieron felices, llenos de amistad y aventuras en su mágico rincón de los Andes.

FIN.

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