La Gran Aventura de los Nuevos Primarios
Era un día soleado en el jardín de infantes de San Miguel. Los niños de la sala de 5 estaban emocionados. Hoy era el día en que harían su ingreso a la escuela primaria. El aire estaba lleno de risas y un poco de nerviosismo. La Srta. Ximena y Lili, sus queridas maestras, les habían preparado una hermosa despedida, llena de recuerdos.
"¿Se acuerdan de cuando hicimos la obra de los tres cerditos?" - preguntó Lili, sonriendo.
"¡Sí! Y yo hice de lobo feroz" - exclamó Juanito, recordando su papel.
"Y yo, de cerdito" - añadió Ana, riendo a carcajadas.
Los niños compartían anécdotas mientras la Srta. Ximena les daba un abrazo colectivo.
"Recuerden siempre lo que aprendieron aquí, porque esto es solo el comienzo. ¡La primaria les espera con muchas sorpresas!" - dijo la Srta. Ximena, con una chispa de emoción en sus ojos.
Cuando llegaron a la escuela primaria, todo parecía nuevo y abrumador. El patio era enorme y lleno de juegos, con algunos niños más grandes jugando a la pelota.
"¿Y si no me hacen amigos?" - murmuró Sofía, un poco asustada.
"Yo estoy con vos, Sofi. Vamos a hacer nuevos amigos juntos" - le aseguró Tomás, con su mirada valiente.
Sin embargo, al entrar al aula, se encontraron con una profesora que no conocían.
"¡Hola, mis aventureros! Soy la Srta. Rocío. Hoy comenzamos una nueva etapa de sus vidas" - les dio la bienvenida.
Al instante, tomaron un giro inesperado. Entre los nuevos compañeros había un niño que parecía un poco diferente: Lucas, que tenía un estilo muy particular y siempre comía galletas de jengibre.
"¿Te gusta el jengibre?" - le preguntó curiosamente Ana.
"Soy un experto en galletas de jengibre, ¿quieres aprender a hacerlas?" - sonrió Lucas.
Esa fue la chispa que unió a todos. Al finalizar la jornada, Lucas comenzó a contar cómo hacer galletas.
"Debemos juntar un par de ingredientes especiales: amor, risas y, por supuesto, el jengibre" - explicó mientras todos escuchaban atentos.
Cada día, en la escuela, aprendían algo nuevo. Desde matemáticas hasta arte, pero siempre recordando lo que prometieron vivir: amistad y alegría.
Una tarde, mientras jugaban en el parque, Sofía, que había sido un poco tímida al principio, decidió dar un paso adelante.
"¡Hagamos una fiesta de galletas! Podemos invitar a todos" - propuso.
La idea fue aceptada entusiastamente.
"¡Sí! Yo puedo traer los ingredientes" - dijo Tomás.
Así, entre risas y conversaciones, el grupo se fue formando. Pasaron la semana preparando la fiesta, haciendo invitaciones y recolectando ingredientes.
Cuando llegó el día de la fiesta, el patio se llenó de niños. Todo estuvo alegre y lleno de sonrisas. Con el aroma a galletas recién horneadas, la fiesta fue un éxito.
"¡Lo logramos!" - gritó Juanito mientras saboreaba una galleta.
"Esto es mejor que cualquier aventura que imaginé" - dijo Sofía, con una gran sonrisa.
Al final del día, Sofía miró a su alrededor y con el corazón lleno de felicidad dijo:
"Nunca olvidaré nuestras aventuras de jardín, pero lo que hemos creado aquí es igualmente especial".
Y así, entre galletas, risa y nuevos amigos, los niños comprendieron que cada etapa trae nuevas aventuras, y que el cariño y los recuerdos de su tiempo en el jardín serían siempre parte de ellos.
FIN.