La Gran Aventura de los Reyes Magos y la Dana de Barro
En un tranquilo y colorido pueblo, un curioso fenómeno había ocurrido: una dana, es decir, una enorme tormenta, había dejado todo cubierto de barro. Las calles, las casas y hasta los árboles parecían haber sido pintados de marrón. Los niños, al principio, se sintieron tristes y un poco decepcionados porque no podían salir a jugar como siempre.
Pero un día, mientras los más pequeños del pueblo se reunían en la plaza, comenzaron a escuchar un rumor en la distancia. Era un sonido de campanillas y risas. Todos miraron hacia el cielo y vieron a tres figuras brillantes acercándose en un carruaje mágico.
"¡Son los Reyes Magos!" - gritó Lucas, el niño más atrevido del grupo, que saltaba de alegría. "¡Ellos nos ayudarán!"
Los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, al aterrizar, sonrieron al ver a los niños. Llevaban consigo un enorme paño de colores que, de alguna manera, parecía estar acabado de limpiar y brillar.
"¿Qué les pasa, pequeños?" - preguntó Melchor, mirando todo el barro que cubría el pueblo.
"La dana dejó todo sucio y no podemos jugar. ¡Estamos muy tristes!" - respondió una de las niñas, llamada Sofía.
"No se preocupen, hemos venido a ayudarles. ¡Vamos a hacer una gran limpieza!" - dijo Baltasar, frotándose las manos emocionado.
Gaspar, con su mirada chispeante, exclamó: "¡Pero no sólo vamos a limpiar! ¡También vamos a divertirnos mientras lo hacemos!"
Y así, los Reyes Magos comenzaron a repartir pequeños objetos mágicos a los niños: escobas que bailaban, cubos que limpiaban solitos y trapos que, al tocar el barro, se llenaban de colores y creaban formas divertidas.
"¡Vamos a formar equipos!" - propuso Melchor. "El que logre limpiar más barro y hacer la mayor cantidad de dibujos coloridos ganará un regalito especial de nuestra parte."
Los niños, emocionados, se organizaron rápidamente y comenzaron a trabajar en equipos. Se apresuraban de un lado a otro, riendo y disfrutando el momento.
Pero en medio de la limpieza, un giro inesperado ocurrió: el barro comenzó a cobrar vida. Se formaron pequeñas figuras de barro que se movían y hacían travesuras.
"¡Miren!" - gritó Lucas. "¡El barro ha cobrado vida!"
Los Reyes Magos no se asustaron, al contrario, ¡se reían!"¡No se preocupen, son solo unas traviesas criaturas de barro! Si las tratan con cariño, también quieren ayudarles a limpiar." - dijo Gaspar, mientras los niños intentaban jugar con las figuras.
Los pequeños comenzaron a adoptar a las criaturas de barro y, juntas, limpiar el pueblo se transformó en un verdadero festival. Las criaturas hacían piruetas mientras recogían el barro, y los niños comenzaron a hacer juegos de competencias para ver quién podía dibujar la mejor forma con los restos de barro.
Al final del día, el pueblo no solo estaba limpio sino que era un lugar brillante y lleno de colores. Todos los barro se convirtió en arte: enormes murales en las paredes de las casas, y figuras divertidas en las plazas.
"¡Qué hermoso quedó todo!" - exclamó Sofía, con una gran sonrisa.
"Gracias por enseñarnos a aprovechar los imprevistos y encontrar alegría en las tareas difíciles, Reyes Magos!" - dijo Lucas.
Melchor sonrió y respondió: "A veces, los momentos más difíciles pueden traer oportunidades inesperadas. Solo hay que abrir bien los ojos y ver más allá de lo que parece ser."
Finalmente, los Reyes Magos se despidieron, y antes de irse, entregaron a cada niño un regalito: un hermoso pincel mágico que podría crear arte en cualquier superficie.
"Recuerden siempre que en cada barro hay una oportunidad de brillar. ¡Hasta pronto, pequeños!" - dijeron mientras se alejaban, dejando un rastro de risas y colores.
Desde ese día, el pueblo nunca volvió a ver el barro como algo malo, y cada vez que la lluvia aparecía, los niños salían a jugar y a esperar nuevas aventuras llenas de limpieza, arte y, por supuesto, alegría.
Y así, se aprendió que a veces, la vida ofrece dificultades, pero siempre se puede encontrar la chispa de alegría y diversión en cada situación. Fin.
FIN.