La Gran Aventura de los Servidores Públicos
En el pequeño pueblo de Arcoiris, donde todos se conocían y cada día era una nueva aventura, vivía una niña llamada Lila. Lila era curiosa y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Un soleado día, mientras caminaba por el parque, vio a su amigo Tomasito, quien parecía preocupado.
"¿Qué te pasa, Tomasito?" - le preguntó Lila, acercándose con una sonrisa.
"No sé cómo ayudar a mi abuela. Ella se olvidó de pagar la luz y ahora están a punto de cortársela. ¡Estoy muy angustiado!" - respondió Tomasito, con lágrimas en los ojos.
Lila pensó por un momento.
"¡Ya sé! ¡Podemos ir a buscar ayuda en la oficina de los Servidores Públicos! Ellos siempre están dispuestos a ayudar a quienes lo necesitan."
Tomasito asintió con esperanza. Juntos, decidieron ir al edificio municipal, donde trabajaban los Servidores Públicos. Al llegar, se encontraron con una simpática mujer llamada Rosa, quien los recibió con una gran sonrisa.
"¡Hola, chicos! ¿En qué puedo ayudarles hoy?" - preguntó.
"Mi abuela se olvidó de pagar la luz y necesita nuestra ayuda, pero no sabemos qué hacer" - explicó Lila, mirando a Rosa con sus grandes ojos.
Rosa frunció el ceño, pero enseguida su expresión se iluminó.
"No se preocupen, chicos. Vamos a solucionar esto juntos. Primero, necesitamos saber cuánto se debe. Pueden acompañarme a la oficina de atención al cliente. ¡Sigamos!"
Los tres caminaron hacia la oficina, donde un caballero llamado Don Carlos los recibió.
"Hola, amigos. ¿Cómo están?" - dijo Don Carlos con una voz amistosa.
"Hola, don Carlos. Necesitamos saber cuánto tiene que pagar la abuela de Tomasito" - contestó Rosa.
Don Carlos tomó unos papeles y comenzó a revisar la cuenta.
"¡Ah! Aquí está. Su abuela tiene un saldo de dos facturas impagas, totalizan mil pesos. Pero..." - hizo una pausa, y sonrió "No se preocupen, hay un programa de ayuda para mayores que podemos aprovechar. Déjenme hacer una llamada."
Tomasito y Lila se miraron asombrados.
"¿De verdad?" - preguntó Lila.
"Sí, de verdad" - dijo Don Carlos, mientras marcaba un número.
Después de unos minutos de espera, Don Carlos colgó y dijo:
"Listo, el programa cubrirá la deuda, y su abuela podrá seguir disfrutando de la luz en casa. ¡Todo solucionado!"
Tomasito sonrió de oreja a oreja y abrazó a Lila.
"¡Gracias, gracias, gracias!" - gritó sin poder contener su alegría.
"No solo debo agradecerles a ustedes, sino también a esos simpáticos Servidores Públicos. ¡Hicieron un gran trabajo!" - añadió.
Lila, en ese momento, decidió que quería ser una Servidora Pública cuando creciera.
"Prometo ayudar a la comunidad como ustedes. ¡Es increíble lo que pueden hacer!"
"¡Exacto!" - dijo Rosa, guiñándole un ojo "Cada uno de nosotros puede hacer una diferencia en la vida de otros. Solo es necesario un poco de compromiso y creatividad."
Salieron de la oficina con el corazón lleno de alegría y gratitud. La noticia sobre la ayuda para la abuela de Tomasito corrió por el pueblo. La gente empezó a acercarse a la oficina de los Servidores Públicos para pedir ayuda con diferentes problemas. Así, un poco más cada día, el pueblo de Arcoiris se convirtió en un lugar donde todos se ayudaban mutuamente.
Y Lila, siempre con su espíritu solidario, salía cada día a casa de los vecinos, ayudando y aprendiendo de los servidores públicos que, con su dedicación, hacían de la comunidad, un mejor lugar para todos. Al final, Lila comprendió que la verdadera magia no estaba solo en las aventuras, sino en la capacidad de ayudar a los demás y transformar cada día en una gran aventura llena de bondad y alegría,
Y así, el pueblo de Arcoiris siguió creciendo, lleno de pequeños grandes héroes, como Lila y sus amigos, que aprendieron la importancia de la solidaridad y el trabajo en equipo.
FIN.