La Gran Aventura de los Tres Amigos



Era un día soleado en la escuelita "Los Pequeños Exploradores", donde tres amigos, Juan, Sofía y Lucas, se sentaban en el patio. Juan, el más soñador, propuso una idea que los llenó de entusiasmo.

"¡Y si viajamos por el mundo sin salir de aquí!" - dijo Juan, con los ojos brillantes como estrellas.

"¿Cómo hacemos eso?" - preguntó Sofía, intrigada.

"Con nuestra imaginación y un mapa!" - respondió Lucas, que siempre tenía un pequeño mapa en su mochila.

Los tres amigos decidieron crear su propio mapa del mundo. Juntaron papel, colores y mucha energía. Mientras trazaban rutas por los continentes, Sofía sugirió:

"Podríamos visitar un lugar diferente cada día y aprender algo nuevo."

"¡Perfecto! Empecemos por América!" - exclamó Juan.

Así, iniciaron su viaje imaginario. Primero llegaron a México, donde Juan dijo:

"¡Miren cuántos colores!" - y giró en círculos para imitar una danza folklórica.

"Y los tacos, no olvidemos los tacos!" - rió Sofía, mientras Lucas, que era un gran amante de la comida, se frotaba las manos de felicidad.

De repente, Lucas sugirió:

"Siempre he querido ver las pirámides de Egipto. ¡Sigamos a África!"

Con un parpadeo, se encontraron frente a las majestuosas pirámides. Sofía, emocionada, se subió en la arena y dijo:

"Miren, soy una faraona!"

Los tres amigos se rieron a carcajadas, olvidando por un momento que estaban sentados en su patio. Pero mientras retumbaban sus risas, una nube oscura apareció en su imaginación.

"Uh, creo que ahora estamos en problemas..." - murmuró Lucas, mirando hacia el cielo.

"¡Vamos a volar!" - gritó Juan, intentando un vuelo imaginario, pero pronto choque un poco a Sofía.

Sin embargo, rechonchos de risa, se dieron cuenta de que la nube los había llevado a la India, donde el color y el bullicio de un mercado inundaron su mente.

"¡Las especias!" - exclamó Sofía, sintiendo los olores en su corazón.

"Y los elefantes, tenemos que verlos!" - agregó Lucas, con la mirada perdida en su propio paisaje.

Tras algunos saltos y carreras imaginarias, llegaron a la majestuosa Taj Mahal.

"¡Es tan hermoso!" - susurró Juan.

Fue entonces cuando Sofía recordó un proverbio indio.

"¿Sabían que la alegría compartida es doble?" - les dijo, asociando la belleza de lo que veían con la amistad que compartían.

Decidieron entonces tomar una foto imaginaria junto al monumento. Con su dedo índice, imitaron el gesto de un fotógrafo, y justo en ese momento, un remolino de colores los llevó a Australia.

"¡Canguros y koalas!" - gritó Lucas, haciendo saltos como un canguro.

"Quiero abrazar a un koala!" - se entusiasmó Sofía. Mientras todos reían, una idea brilló en la mente de Juan.

"¿Y si hacemos un libro sobre nuestras aventuras?" - dijo, enérgico.

"Eso sería genial!" - respondió Sofía, inmediatamente comenzando a dibujar.

"Deberíamos incluir un mapa del mundo y nuestros personajes. Cada uno de nosotros puede ser un explorador!" - sugirió Lucas.

Pasaron horas creando su libro de aventuras, viajando por cada rincón del mundo: el hielo de la Antártida, el sol brillante del Caribe y los campos de flores de Holanda.

Finalmente, regresaron a su patio, exhaustos pero felices.

"Wow, no puedo creer cuántos lugares únicos visitamos hoy!" - reflexionó Juan mientras el sol comenzaba a ponerse.

"Y todo sin salir de nuestra escuela!" - agregó Sofía, con una sonrisa radiante.

"Y lo mejor de todo, aprendimos juntos y creamos algo especial. ¡Nuestro libro de aventuras es un tesoro!" - concluyó Lucas, abrazando a sus amigos.

Y así, mientras el día se desvanecía y las luces de la escuelita se encendían, los tres amigos se dieron cuenta de que pueden viajar donde quieran, siempre que sean ellos mismos y estén juntos. La amistad, la imaginación y el deseo de aprender son los mejores pasaportes que uno puede tener.

Desde entonces, cada vez que se encontraban en casa o en el patio, abrían su libro y volaban hacia nuevos destinos, recordando siempre que las aventuras más emocionantes se viven mejor en buena compañía.

FIN.

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