La Gran Aventura de Lucía y su Boca Habladora
Era un hermoso día en el Jardín de Infantes Arcoíris, y todos los niños estaban emocionados por jugar en el patio. Entre ellos, estaba Lucía, una niña muy simpática pero que a veces, cuando algo le molestaba, no sabía cómo decirlo. Esa mañana, mientras jugaban a la pelota, Luis le arrebató su juguete sin pedirle permiso. Lucía, en lugar de expresar su enojo, lo miró muy seria y... ¡le mordió el brazo a Luis!"¡Ay!" - gritó Luis, sorprendiendo a todos los niños alrededor.
"¡Lucía, no muerdas!" - exclamó su amiga Sofía mientras se le acercaba.
"Pero me enojé porque Luis me quitó mi pelota y no sé decirlo de otra manera..." - respondió Lucía, casi a punto de llorar.
La maestra Ana, que estaba muy atenta observando la escena, decidió intervenir.
"Lucía, querida, la boca es para hablar, no para morder. Siempre es mejor decir lo que sentimos. ¿Te gustaría intentar comunicarte con Luis?" - le propuso suavemente, haciendo que todos se quedaran en silencio.
"¿Qué puedo decir?" - preguntó Lucía, pensando en su reacción.
"Podés decir ‘me molesta que me quiten las cosas’, o simplemente ‘no me gusta eso’." - le sugirió la maestra.
Lucía asintió con la cabeza mientras pensaba en lo que podía decir. Al principio, no se sentía capaz, pero poco a poco se animó.
"Luis, me molesta que me quites la pelota…" - dijo Lucía, con un hilo de voz.
Luis, sintiéndose un poco avergonzado, respondió:
"Lo siento, Lucía, no quise hacerte enojar. Solo quería jugar. ¿Podemos compartir?"
La maestra Ana sonrió, feliz de que su enseñanza había dado frutos.
"¡Eso es! Ver cómo se comunican es lo más hermoso. Cuando decimos lo que sentimos con palabras, podemos encontrar soluciones. ¡Esto es una gran aventura!"
Entonces, todos los niños se acercaron para jugar juntos, pasándose la pelota y compartiendo risas. Lucía se sintió aliviada, porque ahora sabía que podía usar su boca para expresar lo que necesitaba, en lugar de morder.
A partir de ese día, cuando algún niño se enojaba o no le gustaba algo, todos recordaban a Lucía y su valiente intento de hablar. Así, aprendieron que la comunicación es fundamental para ser buenos amigos. Y aunque a veces podría ser difícil, siempre había un modo de solucionar las cosas hablando.
Y así, el Jardín de Infantes Arcoíris se convirtió en un lugar donde los niños se expresaban con palabras, y las mordidas quedaron en el olvido, porque la boca era para hablar y reír, no para morder.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.