La Gran Aventura de Luisa y el Fideo Gritón
Era una vez una niña llamada Luisa que vivía en una casa donde la cocina era el lugar más divertido del mundo. Cada mañana, Luisa ayudaba a su mamá a cocinar y siempre terminaba haciéndolo de una manera peculiar.
Un día, mientras revolvía la olla de fideos, escuchó un grito muy extraño.
"¡Ayuda! ¡Están a punto de caerme!" - gritaba un fideo flaco y alargado, que parecía nervioso.
Luisa se asomó a ver y, para su sorpresa, el fideo estaba colgado de la cuchara de madera, luchando por no caerse.
"¿Cómo te llamás?" - le preguntó Luisa con una sonrisa.
"¡Soy Fideo Gritón!" - respondió el fideo con un tono que hacía eco en toda la cocina.
Luisa se rió. "¡No te preocupes, Fideo Gritón! Te salvaré."
Con mucho cuidado, Luisa se acercó y con un movimiento ágil ayudó al fideo a bajar.
"¡Gracias!" - dijo Fideo, aliviado. "¡Pensé que iba a terminar como un fideo pasado!"
Desde ese día, Luisa y Fideo se convirtieron en grandes amigos. Fideo era un fideo muy especial, ya que él podía comunicarse con todos los utensilios de la cocina.
Un día, decidieron hacer una fiesta para todos los utensilios.
"¡Vamos a invitar a la sartén, al tenedor y a la olla!" - sugirió Luisa.
"¡Y al colador! No podría faltar, él trae el buen humor", añadió Fideo Gritón.
La fiesta comenzó a tomar forma. La sartén trajo tortitas doradas y el tenedor, su mejor amigo cuchillo, trajo frutas para decorar. Pero cuando llegó el colador, ¡traía una sorpresa!"¡Hola a todos!" - gritó el colador. "¡Vengo con un concurso! El que haga el mejor baile, gana una medalla de espagueti dorado!"
Todos los utensilios se animaron y comenzaron a bailar. La olla hacía un 'clack' al ritmo de la música, la sartén daba vueltas sobre sí misma y el cuchillo hacía figuras acrobáticas. Pero lo que nadie esperaba era lo que sucedió con Fideo Gritón.
"¡Déjenme mostrarles mi mejor movimiento!" - exclamó Fideo, y se lanzó a dar vueltas, pero se enredó en la cuchara.
"¡Ay, ay, ay!" - chilló Fideo mientras giraba por toda la cocina.
"¡Sujétenme!" - gritó, mientras murmuraba sonidos graciosos.
Luisa no podía parar de reír. "¡Fideo! ¡Estás bailando como un espagueti descontrolado!"
Finalmente, el colador se acercó y con cuidado ayudó a desenredar a Fideo Gritón. Todos estallaron en carcajadas, incluyendo a Fideo, que ahora se tomaba sus piruetas con humor.
"¡Creo que mi danza no es para ganar medallas!" - dijo entre risas. "Pero al menos hice reír a todos."
Al final del concurso, el colador decidió que la medalla de espagueti dorado sería para Fideo.
"¡Por ser el que más nos hizo reír!" - declaró el colador, mientras todos aplaudían.
Fideo se puso la medalla y sonrió feliz.
"Lo mejor de esta fiesta no fue ganar, sino saber que juntos nos divertimos tanto, ¿no es cierto?" - dijo a sus amigos.
Luisa asintió. "Sí, y eso es lo más importante. La risa y la amistad siempre son el mejor ingrediente en la cocina."
Y así, Luisa, Fideo Gritón y todos sus amigos utensilios de cocina aprendieron que cada uno, sin importar cuán pequeño o raro fuera, tenía un papel especial en la gran fiesta del hogar.
Desde aquel día, siempre celebraban la amistad y la risa, cocinando deliciosas historias que llenaban el aire de alegría y diversión.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.