La Gran Aventura de Margarita y sus Amigos
Había una vez una cabra llamada Margarita que vivía en una granja junto a sus tres adorables cabritos: Ramón, Lola y Pancho.
Todos los días, Margarita se encargaba de cuidar y alimentar a sus pequeños con mucho amor y dedicación. Un día, mientras la familia de cabras disfrutaba del sol en el patio trasero de la granja, vieron acercarse un camello muy elegante llamado Safari.
Tenía un pelaje suave y marrón claro, y llevaba consigo una mochila llena de aventuras. - ¡Hola! -exclamó Safari con entusiasmo-. ¿Me permiten descansar un rato bajo la sombra de ese árbol? Los cabritos estaban emocionados por conocer a alguien tan diferente a ellos. Sin pensarlo dos veces, asintieron con alegría.
- ¡Claro! Puedes quedarte todo el tiempo que quieras -respondió Margarita amablemente. Safari se instaló debajo del árbol mientras las cabritas curiosas le rodeaban para hacerle preguntas. - ¿De dónde vienes? -preguntó Ramón.
- ¿Has viajado por muchos lugares? -agregó Lola. - ¿Qué hay dentro de tu mochila? -quiso saber Pancho. Safari sonrió ante tanta curiosidad infantil y les contó sobre sus aventuras por diferentes países.
Habló sobre las altas dunas del desierto y las exóticas especies que había visto en la selva tropical. Los ojos de los cabritos brillaban mientras imaginaban todas esas maravillas. A medida que pasaban los días, Safari se convirtió en un gran amigo de la familia.
Juntos, exploraban el campo y descubrían nuevos lugares llenos de diversión y aprendizaje. Les enseñaba sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo respetar a los demás seres vivos.
Un día, mientras Margarita buscaba comida para sus cabritos, se encontró con una situación difícil. La sequía había golpeado fuertemente la granja y no había suficiente alimento para todos. - ¡Ay, qué vamos a hacer! -se lamentó Margarita preocupada-. No hay suficiente pasto para que coman mis pequeños.
Safari escuchó las palabras de su amiga y tuvo una idea brillante. - ¿Y si vamos en busca de un lugar donde haya comida abundante? Yo sé dónde podemos encontrarlo -propuso Safari entusiasmado. Margarita aceptó la ayuda de Safari sin dudarlo.
Los dos amigos reunieron a los cabritos y emprendieron un viaje hacia un valle cercano donde habían oído que crecían plantas deliciosas. El camino fue largo y agotador, pero juntos lograron llegar al valle verde lleno de hierba fresca.
Los cabritos saltaron emocionados ante la vista tan apetitosa. - ¡Mamá, mira todo lo rico que hay aquí! -exclamó Lola. - Gracias por llevarnos hasta aquí, Safari -dijo Ramón con gratitud. - Sí, eres nuestro héroe -agregó Pancho emocionado.
Margarita abrazó a Safari con cariño y le dio las gracias por su ayuda desinteresada. Juntos compartieron un festín delicioso y disfrutaron de la compañía mutua. A partir de ese día, Margarita, sus cabritos y Safari se convirtieron en una gran familia.
Juntos aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo pueden superar cualquier obstáculo. Y aunque eran diferentes, cada uno aportaba algo especial al grupo.
Y así, esta peculiar familia vivió muchas más aventuras juntos, siempre unidos por el amor y la solidaridad. Fin.
FIN.