La Gran Aventura de Matilde y Federico



Era una mañana soleada en el barrio donde vivían Matilde y Federico. Matilde se había levantado temprano, lista para jugar con sus amigas en el parque. Su mamá le había preparado un rico desayuno con tostadas y mermelada, y su papá la había abrazado dándole suerte para su día. Mientras tanto, Federico, su hermano menor, aún dormitaba en su cama.

Cuando Matilde salió de su casa, se encontró con sus amigas, que la esperaban con emoción.

"¡Matilde, vení, tenemos que practicar para el torneo de Jockey!" - gritaron al unísono.

"¡Sí, vamos!" - respondió Matilde, entusiasmada.

Las niñas se dirigieron al parque y comenzaron a practicar las jugadas y los pases. Era un momento divertido y lleno de risas. Pero a los pocos minutos, Matilde recordó que tenía que cuidar de Federico.

"Chicas, tengo que ir a buscar a Federico. Vuelvo enseguida" - les dijo y salió corriendo hacia casa.

Al llegar, encontró a Federico empapado de pintura, sus dedos de colores y una hoja llena de garabatos.

"¡Federico! ¿Qué hiciste?" - exclamó Matilde, sorprendida.

"¡Estoy pintando! ¡Es mi mejor obra de arte!" - respondió él con una gran sonrisa.

Matilde se rió, a pesar del pequeño lío. No quería que Federico esté solo, así que decidió llevarlo al parque con ella.

"Vamos, Federico, pero no te alejes de mí, ¿sí?" - le dijo, mientras lo miraba de reojo.

Llegaron al parque y Matilde le presentó a sus amigas a su hermano.

"Chicas, este es Federico, mi hermano. Es un poco travieso, pero es genial" - las presentó Matilde.

Pero justo cuando Matilde comenzó a jugar, Federico se distrajo con una pelota que no estaba lejos. Sin pensarlo, salió corriendo detrás de ella, dejando a Matilde preocupada.

"¡Federico, vuelve!" - gritó Matilde, mientras las chicas la miraban nerviosas.

Federico, emocionado, había hecho un nuevo amigo, un perro que jugaba con la pelota.

"¡Matilde, mirá! ¡Encontré un perrito!" - dijo Federico, riendo y corriendo con él.

"¡No te alejes mucho!" - le respondió Matilde, aliviada al verlo feliz, pero también inquieta.

De repente, el perro se alejó hacia el bosque que estaba al lado del parque. Matilde sintió que era hora de actuar.

"Chicas, ¡vamos! ¡Tenemos que atrapar a Federico y al perro!" - les dijo, y todas la siguieron.

Mientras corrían, Matilde pensaba en cómo podía hacer que Federico entendiera la importancia de seguir las reglas. Después de todo, él solo quería jugar, pero a veces se podía meter en problemas.

Al llegar al bosque, vieron a Federico corriendo con el perro. Matilde respiró hondo y, con voz suave, le dijo:

"Federico, ven aquí, por favor. Sabés que no debés alejarte tanto..." - le pidió Matilde, intentando que su hermano entendiera.

Federico se detuvo, miró a Matilde, y fue hacia ella.

"¡Pero tenía que jugar con el perrito!" - se quejó, aunque sabía que había estado un poco lejos.

"Entiendo, pero en el parque hay muchas cosas divertidas. Podemos jugar juntos más tarde. En equipo, todo es más divertido" - le sonrió Matilde.

Las amigas se unieron a ellos, y empezaron a jugar un juego de pelota donde el perrito también participaba. Rieron y corrieron, convirtiendo un momento de estrés en pura diversión.

Luego de un rato, Matilde encontró la forma de hacer que Federico se sintiera incluido durante su práctica de Jockey.

"Federico, ¿te gustaría ser el juez en nuestro partido?" - le preguntó.

Los ojos de Federico se iluminaron.

"¡Sí! ¡Quiero!" - gritó, muy emocionado.

Así que, en lugar de dejar que su hermano se sintiera excluido, Matilde le dio una pequeña tarea que le hizo sentir importante. Abandonaron el juego del parque, y el día se convirtió en una experiencia inolvidable.

Cuando llegó la hora de volver a casa, Matilde se sintió orgullosa de haber podido cuidar de Federico y hacer que todos se divirtieran.

"Gracias, Matilde. Fue el mejor día" - le dijo Federico mientras regresaban a casa de la mano.

"Siempre estamos juntos, hermanito. ¡Siempre serás mi compañero de aventuras!" - respondió Matilde abrazándolo.

Y así, con una gran sonrisa en sus rostros, Matilde y Federico regresaron a casa, ansiosos por vivir más aventuras juntos. Esa fue una lección no solo para Federico, sino también para Matilde: el trabajo en equipo y la inclusión siempre hacen que cualquier día sea especial.

FIN.

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