La gran aventura de Nuez y el croquis mágico
Había una vez en un frondoso bosque de Buenos Aires, una ardilla llamada Nuez, que era conocida por su curiosidad insaciable. Un día, mientras recogía nueces, encontró un viejo croquis enrollado bajo unas hojas. Intrigada, decidió desenrollarlo y, al hacerlo, descubrió que era un mapa antiguo que conducía a ¡la nuez dorada!"¡Wow! ¿Qué es esto?" - exclamó Nuez al ver el brillante dibujo de una nuez en el centro del mapa.
"¡Es un mapa del tesoro!" - dijo su amigo Rayo, un pajarito de color amarillo que volaba en círculos alrededor de ella.
"¿De verdad? ¿Me acompañarías a buscarla?" - preguntó Nuez, muy emocionada.
"Claro que sí, Nuez. Esta va a ser una aventura increíble!" - contestó Rayo, batiendo sus alas con entusiasmo.
Las dos amigas comenzaron su búsqueda. Siguiendo el croquis, se encontraron con un arroyo brillante.
"Según este mapa, tenemos que cruzar el agua. ¿Cómo haremos eso?" - preguntó Nuez, mirando el árido camino del otro lado.
"¡Mira! Podemos usar esas piedras como puente!" - sugirió Rayo. Nuez observó atentamente y decidió arriesgarse. Saltó de piedra en piedra, sintiendo el agua fría en sus patas.
"¡Lo logré!" - gritó contenta al llegar al otro lado. Rayo la recibió con un aleteo emocionado.
Mientras seguían el mapa, llegaron a un frondoso arbusto lleno de frutas coloridas. No obstante, de repente, aparecieron tres traviesos conejos que custodiaban el lugar.
"¿Qué hacen aquí? Este es nuestro lugar de juegos!" - dijeron los conejitos, saltando de un lado a otro.
"¡Estamos buscando la nuez dorada que está en este mapa!" - explicó Nuez, mostrando el croquis.
"Hmm, la nuez dorada es muy especial. ¿Por qué deberíamos dejar que pasen?" - preguntó el conejo más grande.
"Porque..." - comenzó Nuez, pensando en lo que podría atraer su atención. "...podemos compartirla con ustedes, si la encontramos. ¡Y en el camino también podemos jugar juntos!" - propuso Nuez.
Los conejos se miraron entre ellos, intrigados por la idea.
"Está bien, ¡nos unimos a la búsqueda!" - dijeron al unísono, entusiasmados.
Así, el grupo siguió avanzando, llenos de nuevos amigos, riendo y saltando. Sin embargo, el camino se complicó aún más cuando llegaron a una gran montaña, justo como indicaba el mapa.
"¿Cómo escalaramos eso? Es enorme!" - lamentó Rayo, volando un poco más alto para ver el panorama.
"Podemos hacer una cadena humana!" - propuso uno de los conejitos, que era muy ingenioso. Todos se unieron y se ayudaron a subir.
"¡Uno, dos y tres!" - gritó Nuez mientras se esforzaban y trabajaban juntos. Con mucho esfuerzo y apoyo mutuo, lograron llegar a la cima.
Una vez en la cima, Nuez miró a su alrededor y vio un claro donde brillaba la nuez dorada. Sin embargo, también había un río que bloqueaba el paso.
"¡Ah, por qué tiene que haber otro obstáculo!" - exclamó Rayo, desanimado.
"¡Esperen! ¡Miren el croquis!" - sugirió Nuez. "Parece que hay un puente escondido detrás de esas flores. Vamos a buscarlo!" - siguió.
Y así fue. Al caminar hacia las flores, efectivamente encontraron el puente que les permitía atravesar el río. Al llegar al claro, todos miraron con asombro la nuez dorada que brillaba bajo el sol.
"¡Lo logramos!" - gritaron todos juntos, llenos de alegría.
"Miren cómo brilla... ¡es maravillosa!" - dijo Nuez, completamente fascinada.
Finalmente, la ardilla y sus amigos decidieron compartir la nuez dorada con todo el bosque, celebrando su gran aventura y el vínculo tan especial que habían forjado en el camino. La nuez se convirtió en un símbolo de su amistad y del poder de trabajar juntos para alcanzar sus sueños.
Y así, Nuez, Rayo, los conejitos y todos los demás habitantes del bosque vivieron felices, recordando siempre que la verdadera riqueza no está en el tesoro, sino en las experiencias compartidas y la amistad que construyen.
Fin.
FIN.