La Gran Aventura de Pablo y el Escarabajo



Era un día soleado en el jardín de Pablo, un niño de cuatro años al que le fascinaban los insectos. Tenía una colección de dibujos e historias sobre ellos, pero su favorito era un pequeño escarabajo llamado Copito, que tenía un colorido brillante como el arcoíris.

Un día, mientras exploraba el jardín, Pablo vio a Copito arrastrándose por una hoja.

"¡Hola, Copito!", dijo Pablo entusiasmado.

Pero, para su sorpresa, Copito no respondía como siempre. Parecía preocupado. Pablo se agachó para observarlo mejor y vio que el suelo estaba lleno de basura.

"¿Te preocupa todo esto, amigo?", preguntó Pablo mirando a su alrededor.

Copito, en un extraño guiño mágico, empezó a empujar un pedacito de plástico con sus patas. Pablo entendió que el escarabajo quería mostrarle algo. Siguiendo a Copito, se adentró más en el jardín.

"¿Adónde vamos, Copito?", preguntó Pablo, intrigado.

El escarabajo lo llevó a un rincón donde había un pequeño arroyo que solía ser muy bonito pero ahora estaba lleno de desechos. Las flores se marchitaban y los peces ya no saltaban.

"¡Oh no!", exclamó Pablo. "Esto no debería ser así".

De repente, un grupo de hormigas pasó corriendo. Parecían tener una misión urgente.

"¡Hola, hormigas!", gritó Pablo. "¿Qué están haciendo?"

"¡Llevamos comida!", respondieron al unísono. "Pero necesitamos un espacio limpio. La basura no nos deja trabajar".

Pablo se dio cuenta de que si quería ayudar a sus amigos insectos, debía actuar. Miró a Copito y afirmó:

"¡Vamos a limpiar!"

Empezó a juntar todo el plástico y los papeles que encontraba. Las hormigas, agradecidas, lo siguieron en la tarea, arrastrando lo que podían. Fue un trabajo muy divertido, bailando y riendo junto a sus amigos insectos.

Cuando terminaron, el jardín lucía radiante y lleno de vida nuevamente. El agua del arroyo brillaba bajo el sol, y las flores comenzaban a abrirse.

"¡Gracias, Pablo!", dijeron las hormigas. "¡Nos has ayudado muchísimo!".

"¡Sí! Y no solo a ustedes, a todos los insectos y plantas". Pablo sonrió.

De repente, Copito volvió a acercarse a Pablo.

"¡Has aprendido una gran lección!", dijo el escarabajo, sorprendiéndolo. "Cuidar la naturaleza es responsabilidad de todos".

Pablo asintió con la cabeza, recordando lo que había vivido. Sabía que debía seguir cuidando su jardín y compartir lo aprendido con los demás.

"Prometo contarle a todos mis amigos sobre el cuidado de la naturaleza", dijo Pablo emocionado.

Y así, todos los días después de esa gran aventura, Pablo se aseguraba de mantener el jardín limpio y nunca olvidó que cada pequeño gesto cuenta para proteger a sus amigos de seis patas y todo lo que los rodea.

Desde entonces, Copito y Pablo continuaron siendo los mejores amigos, y juntos vivieron muchas más aventuras en la naturaleza, siempre cuidando de ella.

FIN.

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