La Gran Aventura de Patético en el Teatro
Era una tarde soleada en la ciudad de Buenos Aires. Patético, un personaje un poco desastrado pero de buen corazón, se encontraba en el parque mirando a los niños jugar. Aunque Patético siempre intentaba hacer reír a los demás, muchas veces sus intentos terminaban en situaciones graciosas, pero un poco penosas. Esa tarde, mientras pensaba en cómo alegrar a la gente, escuchó un rumor sobre una audición para una obra de teatro en el gran Teatro Colón.
"¡Tengo que ir!"- pensó Patético, imaginándose en el escenario, actuando y recibiendo aplausos.
Así que, muy decidido, comenzó a prepararse. Se puso su mejor traje, aunque era un poco grande y le quedaba un poco extraño. Sin embargo, él estaba convencido de que lo importante era la actitud y se dirigió al teatro.
En el teatro, muchos personajes coloridos estaban esperando su turno. Había un payaso que hacía malabares, una bailarina clásica y, por supuesto, un gato negro que decía estar muy orgulloso de su elegancia. Cuando llegó el momento de Patético, se puso nervioso, pero decidió hacer lo mejor que sabía: actuar con su propio estilo.
"¡Hola a todos! Soy Patético, y hoy voy a hacer lo mejor que pueda... aunque nunca se sabe qué va a pasar conmigo. ¡Espero que se rían!"- dijo con una enorme sonrisa.
Comenzó su actuación haciendo una serie de payasadas. Tropezó con sus propios pies, se cayó, y en un momento, dejó escapar una flatulencia muy sonora. Todos en la sala se quedaron en silencio por un segundo. Patético se sonrojó, pero luego, en lugar de esconderse, se rió de sí mismo.
"¡Ups! Eso fue inesperado. Pero a veces la vida es así, ¿no?"- exclamó entre carcajadas. La gente comenzó a reír, y poco a poco, el ambiente se volvió más alegre.
"¡Ese tal Patético tiene gracia!"- dijo el gato negro, que ya no podía contener la risa. La bailarina, entusiasmada, aplaudió.
Patético decidió usar esa sorpresa a su favor y comenzó a improvisar un pequeño relato sobre cómo la vida está llena de sorpresas y que, a veces, esas sorpresas son las que nos hacen reír. Habló de las veces que intentó hacer acrobacias y terminó en el suelo, de sus torpes intentos de bailar y de cómo siempre, sin querer, hacía reír a los demás.
Al final de su actuación, cuando la última broma fue contada, el director del teatro se acercó a él.
"Patético, has sido un soplo de aire fresco en esta audición. Tienes una chispa especial para hacer reír, y eso es lo que necesitamos en nuestra obra. Me encantaría que formaras parte de nuestro elenco."- dijo con una gran sonrisa.
"¿De verdad?"- preguntó Patético con los ojos abiertos como platos.
"Claro, sin dudas. Y no te preocupes por los accidentes, eso también es parte del entretenimiento. La risa es muy valiosa, ¡y la tuya es contagiante!"- respondió el director.
Patético, muy contento, aceptó la oferta. Al día siguiente empezó sus ensayos y, aunque ocurrían algunos accidentes graciosos, siempre los tomaba con humor. Aprendió a no sentirse avergonzado y a disfrutar de las sorpresas que la vida le daba. Su espíritu alegre enseguida conquistó a todos sus compañeros de teatro.
El día del estreno, el teatro estaba lleno de público. Patético sintió un cosquilleo en el estómago. Sabía que ya no se tenía que preocupar por lo que saliera mal, porque, después de todo, ¡lo importante era hacer reír!
Cuando el telón se levantó, Patético brilló en el escenario. A través de risas, bailes descoordinados y sus icónicas flatulencias, logró que todos vieran la belleza de ser uno mismo y no tomarse la vida tan en serio. El público aplaudió de pie al finalizar la obra,
"¡Bravo! ¡Bravo!"- gritaron mientras vitoreaban su nombre.
Así, Patético dejó atrás sus frustraciones y se convirtió en una estrella en el mundo del teatro, demostrando que a veces ser un poco desastroso puede ser, en el fondo, ¡la mejor forma de brillar! Y desde entonces, siempre recordaba que la risa es el mejor remedio, y que en cualquier situación, aprender a disfrutar del momento era lo más importante.
Y así, todos aprendieron un valioso mensaje: "No importa cuántas veces te caigas, lo importante es levantarte y seguir riendo."
FIN.