La Gran Aventura de Pulgoso y Indio
En un barrio de Buenos Aires, donde el sol brillaba y los niños jugaban en la calle, vivían dos perros muy especiales: Pulgoso, un caniche travieso con un corazón valiente, e Indio, un gran danés lleno de sabiduría. Ambos eran víctimas del maltrato de sus dueños, quienes no comprendían el verdadero valor de un amigo de cuatro patas.
Una tarde, mientras los dos amigos se refugiaban en un rincón del parque, Pulgoso miró al cielo enojado y dijo: "No podemos seguir así, Indio. Hay que encontrar una forma de salir de este lugar. ¡Nos merecemos ser felices!"-.
Indio, con su mirada tranquila y pensativa, asintió. "Tenés razón, Pulgoso. Pero tenemos que ser muy astutos. No podemos dejarnos atrapar de nuevo. ¿Qué se te ocurre?"-
Pulgoso, que siempre había tenido ideas brillantes, se le ocurrió un plan. "Vamos a hacer que nuestros dueños piensen que hemos encontrado un tesoro. Si se entusiasman, nos dejarán caminar libres. Y después, ¡escaparemos a un lugar donde podamos ser felices!"-
Ambos perros comenzaron a buscar en el parque. Después de horas de cavar y escarbar entre la tierra, Pulgoso sacó un collar antiguo cubierto de tierra. "¡Mirá, Indio! Esto es perfecto. ¡Seguro que nuestros dueños se volverán locos por esto!"-.
Indio, entusiasmado, agregó: "Hagámosles creer que hemos encontrado un tesoro escondido. Si se distraen, será nuestra oportunidad"-.
Esa noche, cuando sus dueños llegaron a casa, Pulgoso ladró con todas sus fuerzas. "¡Guau! ¡Miren lo que encontramos!"-.
Los dueños, intrigados, se acercaron. Pulgoso agitó el collar, y con gran espectáculo, hizo un salto como si lo hubiera encontrado casualmente. "¡Es un collar de oro!"- dijo Pulgoso expectante. Indio, sintiendo que el momento había llegado, ladró asintiendo con la cabeza. "¡Es cierto, es un tesoro!"-
Los dueños, emocionados con el supuesto hallazgo, se olvidaron de los gritos y los tirones, y empezaron a planear la venta del collar. "Esto nos dará un montón de dinero, perros. Ustedes son geniales"-, dijeron, acariciándolos, mientras Pulgoso e Indio intercambiaban miradas de complicidad.
Con el tiempo, la distracción de los dueños creció. Comenzaron a organizar una fiesta para celebrar su suerte, invitando a amigos y familiares. Al principio, Pulgoso e Indio disfrutaron de la atención, pero sabían que no podían dejar pasar la oportunidad de escapar.
La noche de la fiesta, cuando todos estaban bailando, Pulgoso llevó a Indio por la parte trasera de la casa. "Es nuestro momento, ¡vamos!"-.
Ambos perros se escabulleron por una pequeña ventana abierta, y corrieron con toda su fuerza, hasta llegar al parque donde habían soñado con ser felices. Sin embargo, mientras jugueteaban en el césped, Indio se detuvo. "Pulgoso, aunque estamos libres ahora, tenemos que ayudar a otros como nosotros. No somos los únicos que sufrimos"-.
Pulgoso se puso a pensar. "Tenés razón, Indio. Pero ¿cómo lo haremos?"-
Indio miró a su alrededor y vio a un grupo de perros atados en una casa cercana. "Podemos formar un grupo. Hablaremos con ellos y buscaremos una manera de hacernos oír"-.
Así que Pulgoso e Indio comenzaron a reunir a otros perros del barrio. Se hicieron amigos de un perro callejero llamado Rocco, de una perra llamada Luna, y de un pequeño cachorro llamado Toby. Juntos comenzaron a planear cómo ayudar a otros perros.
Decidieron hacer una manifestación de perros. Cada vez que alguien pasaba con un perro maltratado, ladraban fuerte, mostrando que no estaban de acuerdo. Poco a poco, los vecinos comenzaron a escucharlos y a hablar sobre el bienestar animal.
Con el tiempo, sus dueños se dieron cuenta de que el vínculo con sus mascotas era mucho más fuerte de lo que creían. Se unieron a la causa y empezaron a cuidar mejor de sus perros, dándoles amor y respeto.
Pulgoso e Indio habían triunfado. No solo se liberaron del maltrato, sino que también ayudaron a otros perros a encontrar su propia libertad. "Podemos lograr grandes cosas si estamos juntos"-, dijo Pulgoso, mirando a su amigo. Indio sonrió y añadió: "Sí, amigo. La amistad y el amor son el verdadero tesoro"-.
Desde aquel día, los perros del barrio vivieron felices, jugando y disfrutando del cariño de sus dueños. Pulgoso e Indio se convirtieron en héroes, demostrando que a veces, un pequeño plan, con un gran corazón, puede cambiar el mundo.
FIN.