La Gran Aventura de Ser un Buen Compañero



Era un día soleado en la Escuela Primaria Los Sabores, donde los niños y niñas se preparaban para un emocionante año escolar. Entre ellos estaba Pablo, un chico inquieto que siempre estaba buscando cómo llamar la atención de sus compañeros. Sin embargo, había algo que Pablo no sabía: a veces, lo que más divertido resulta no es llamar la atención, sino ser un buen compañero.

A medida que los días pasaban, Pablo continuaba haciendo travesuras durante la clase. Algo que nunca se había imaginado era cómo sus acciones afectarían a sus amigos. Un día, mientras la maestra, la señorita Clara, explicaba sobre los planetas, Pablo decidió hacer un ruido al fondo de la clase.

"¡Mirá, mirá! Soy el cohete que despega" - gritó Pablo, mientras hacía ruidos estruendosos.

Los otros chicos se rieron, pero la señorita Clara lo miró con decepción.

"Pablo, ¿por qué no te unes a la clase en lugar de interrumpir?" - le dijo con calma.

Pero Pablo rió y volvió a intentar hacer reír a sus amigos. Sin embargo, esa misma tarde, cuando llegó el momento de jugar durante el recreo, se dio cuenta de que algunos de sus compañeros preferían jugar a su lado, pero otros se habían alejado, algo decepcionados por su comportamiento en clase.

"¿Por qué no quieren jugar conmigo?" - preguntó Pablo, mientras veía a sus amigos formando grupos.

"Es que te comportaste raro en la clase, no queremos que se repita" - le respondió Sofía, una de sus mejores amigas.

Pablo se sintió un poco triste. Nunca pensó que sus acciones habían afectado la diversión del juego. Decidió hablar sobre lo que había pasado con su mejor amigo, Lucas.

"Che, Lucas, ¿vos creés que debería portarme mejor en clase?" - preguntó Pablo, con un dejo de preocupación.

"Sí, loco. Si somos buenos compañeros, podemos divertirnos más y aprender juntos" - le respondió Lucas con una sonrisa.

Esa noche, Pablo decidió que al día siguiente trataría de portarse mejor y escuchar a los demás. Cuando llegó a la escuela, tenía un nuevo ánimo. Durante la clase, la señorita Clara comenzó a hablar sobre los animales en peligro de extinción, un tema que a Pablo le apasionaba.

Pero esta vez se quedó en silencio y levantó la mano cuando quería participar, ¡y fue fantástico! Todos escucharon lo que tenía que decir y la señorita Clara lo felicitó.

"¡Muy bien, Pablo! Me encanta tu interés por los animales. Puedes ayudarme a hacer una presentación sobre ellos" - dijo la maestra emocionada.

Pablo se sintió orgulloso y muy feliz de haber podido contribuir. Luego, al momento del recreo, sus amigos se acercaron.

"¡Pablo, qué bien que te comportaste en la clase!" - exclamó Sofía.

"Sí, fue genial escuchar lo que dijiste sobre los tigres" - agregó Lucas.

¡Era un nuevo día! Pablo se unió a sus amigos y comenzaron a planear juntos la presentación, creando carteles coloridos e imaginativos. Con la ayuda de todos, pudieron investigar sobre diferentes animales y compartir su aprendizaje con la clase.

Esa creatividad estaba en su mejor momento y todos disfrutaron del proyecto. En la exhibición, cada niño brilló presentando lo que había aprendido. La señorita Clara aplaudió con entusiasmo.

"¡Esto es increíble! Ustedes todos hicieron un gran trabajo!" - exclamó ella.

Al final de la semana, el director de la escuela decidió premiar a la clase con un paseo al zoológico por su impresionante presentación. Todos estaban felices, incluido Pablo, quien ahora comprendía el poder de ser un buen compañero.

"¿Vieron? ¡Portarse bien y trabajar juntos trae buenas cosas!" - dijo Pablo, lleno de entusiasmo.

Y así fue como, a partir de ese momento, Pablo aprendió que comportarse bien en la sala de clases no solo lo hacía sentir mejor, sino que también lo unía más con sus amigos. La diversión estaba en compartir momentos juntos y aprender de una manera que todos disfrutaran. Ya no necesitaba ser el centro de atención, ¡porque ser un buen compañero era el verdadero premio!

Desde ese día, Pablo siguió siendo un amigo solidario, y cada vez que sentía la tentación de distraer a sus compañeros, recordaba la alegría de trabajar juntos.

FIN.

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