La Gran Aventura de Tino y su Tortuga
Era un soleado viernes en el jardín de infantes "Las Estrellitas". Todos los niños estaban emocionados porque ese día, Tino, un niño de cabellos rizados y ojos curiosos, había decidido llevar a su tortuga llamada Pipo para que sus compañeros la conocieran.
Después de que el timbre sonó, la maestra Ana dijo: "¡Niños! Hoy tenemos una visita muy especial. ¡Tino trazó un plan para que Pipo, su tortuga, esté con nosotros!"-
Los niños gritaron emocionados: "¡Hurra por Tino y Pipo!"- Una vez que Tino sacó a su tortuga de la caja, presentó a Pipo con orgullo, "Ella es Pipo, la más genial de todas las tortugas. ¡Mirad qué linda!"-
Pipo, con su caparazón brillante y sus ojos dulces, se movía lentamente por el césped del jardín. Los niños se asombraron al ver cómo caminaba con calma, y Tino les explicó: "Las tortugas no tienen prisa; van a su propio ritmo. Cuanto más despacio se mueven, más seguras se sienten." -
Entonces, una niña llamada Sofía, que siempre era un poco impaciente, interrumpió: "Pero Tino, ¿cómo puede ser divertida una tortuga? ¡No corre como nosotros!"-
Tino sonrió y respondió: "Pero eso es lo especial, Sofía. Cada uno tiene su propio ritmo. ¡A veces, lo lento es más divertido!"-
Esa respuesta hizo que algunos niños se detuvieran a pensar. Tino, emocionado por las preguntas, decidió hacer un juego. "¡Hagamos una carrera! Cada uno comenzará a correr como una tortuga. Veamos quién llega primero al árbol allá al fondo, ¡sin apurarse!"-
Todos rieron ante la idea y se alinearon. La maestra Ana dijo: "Está bien, pero deben seguir el ritmo de Pipo. ¡A la cuenta de tres, comenzamos!"-
"Uno, dos, ¡tortuguitas!"- gritó Tino.
Los niños comenzaron a andar despacito, como si caminara una tortuga. Algunos reían, otros intentaban no dejarse llevar por la prisa. Sofía, al principio, se frustró porque no estaba acostumbrada a ir tan lento.
"¿Para qué sirve esta carrera? ¡No se acelera ni un poquito!"- dijo Sofía, casi llorando.
Tino se acercó a ella y le dijo: "Sofía, a veces estamos tan ocupados queriendo llegar lejos y rápido que olvidamos disfrutar del camino. Mirá a Pipo; ella siempre encuentra cosas hermosas en el camino. ¡Detente y observa!"-
Sofía paró en seco. En ese momento, vio cómo una mariposa posaba sobre una flor cerca del césped. "¡Qué hermosa!"- exclamó, y una sonrisa iluminó su rostro. "Nunca me di cuenta de que había tantas cosas lindas por ver..."-
Así fue como todos comenzaron a apreciar lo que los rodeaba: cantaron canciones de pájaros, observaron nubes, y algunos incluso encontraron una pequeña hormiga cargando una hoja. A pesar de que la meta no había cambiado, el viaje se convirtió en una experiencia extraordinaria.
Al final del día, Pipo se había convertido en una estrella. Los niños adoraban la idea de las aventuras lentas. "¿No es hermoso lo que aprendimos hoy?"- preguntó la maestra Ana.
Todos asintieron. Sofía, con la cabecita alta, dijo: "¡Quiero ser más como Pipo! Me gustó ir lento y disfrutar de las pequeñas cosas!"-
Tino sonrió, sabiendo que su amiga había entendido lo que él quería transmitir.
Al salir del jardín, Tino levantó a Pipo. "Vamos, Pipo, ¡llenaste de diversión este día!"- Y así, tanto Tino como Pipo se fueron a casa, felices de haber compartido su aventura y haciendo nuevos amigos.
Desde aquel día, todos los niños del jardín aprendieron a apreciar el tiempo, a no tener prisa y a disfrutar de cada momento, tal como lo hacía su amiga Pipo.
FIN.