La Gran Aventura de Tortuguita Tita



Una hermosa mañana en la selva, Tortuguita Tita despertó con ganas de aventurarse más allá de su hogar.

- Hoy es el día perfecto para descubrir el río que cruza la selva - dijo Tita con entusiasmo, mientras se preparaba para su gran viaje.

Tita era una tortuguita curiosa y siempre había escuchado historias acerca de las maravillas que se encontraban en el río. Así que, decidida, se deslizó por la tierra y llegó al costado del río.

Mientras observaba el agua clara y fresca, se dio cuenta de que tenía que cruzarlo para seguir explorando. Entonces, se armó de valor y comenzó a caminar por una pequeña piedra que sobresalía del agua. De repente, ¡splash! Un pez saltó y la asustó, haciéndola resbalar.

- ¡Ay! - gritó Tita mientras caía al agua.

Pero, milagrosamente, una alegre rana llamada Roni la vio y nadó rápidamente hacia ella.

- ¡No te preocupes, Tita! - dijo Roni. - Te ayudaré a salir. ¡Sujétate de mi espalda!

Tita hizo lo que Roni le dijo y, en un instante, la rana la llevó a la orilla. Agradecida, Tita le sonrió.

- ¡Gracias, Roni! Creí que iba a ser un gran problema.

- Para eso estamos los amigos - respondió Roni con una sonrisa.

Luego de recuperarse del susto, Tita continuó su viaje. La orilla estaba llena de flores coloridas y animales que jugaban. Mientras caminaba, se topó con un grupo de criaturas que parecían estar en conflicto.

- ¿Qué sucede? - preguntó Tita.

Era un grupo de patitos que se estaban peleando.

- No podemos decidir a quién seguir - dijeron los patitos, todos a la vez.

Tita, con su sabiduría, pensó un momento antes de hablar.

- ¿Por qué no se turnan? Cada uno puede guiar al grupo por un rato, así todos son escuchados.

Los patitos se miraron y asintieron.

- Eso suena justo - dijo uno de ellos.

Así, se pusieron de acuerdo y pronto estaban felices caminando juntos, cada uno tomando su turno. Tita se sintió contenta de haber podido ayudar.

A medida que avanzaba, se encontró con un gran tronco caído que atravesaba el río, tan ancho como una carretera. La corriente era fuerte y Tita tuvo que decidir si cruzar o buscar otro camino.

- ¡Puedo hacerlo! - se dijo.

Con pasos firmes, comenzó a avanzar por el tronco. Pero, de repente, el viento sopló fuertemente y una rama se cayó cerca de ella. Tita perdió el equilibrio y empezó a tambalearse.

- ¡Tita, cuidado! - gritó Roni que la seguía desde la orilla.

Pero, en el último momento, Tita se atajó con su pata y logró estabilizarse.

- ¡Lo logré! - exclamó emocionada, sintiendo que había superado un gran desafío.

Finalmente, Tita llegó a una parte del río donde el agua era serena y el paisaje deslumbrante. Allí conoció a un viejo pez llamado Don Pescador.

- Bienvenida, pequeña tortuga - dijo el pez, con voz grave. - ¿Qué te trae a este rincón del río?

- Vine a explorar y a aprender de las maravillas que hay aquí - respondió Tita.

- Eso es genial. ¡Siempre hay algo nuevo para descubrir! - dijo Don Pescador.

Tita pasó el resto de la tarde escuchando las historias del río, aprendiendo sobre los ciclos de la naturaleza y cómo cada ser tiene su lugar en el ecosistema.

Cuando el sol comenzó a esconderse, Tita recordó que debía regresar a casa.

- ¡Tengo que contarle a todos sobre mi aventura! - exclamó.

Roni y los patitos la acompañaron hasta la orilla donde comenzó su viaje.

- ¡Eres muy valiente, Tita! - dijo uno de los patitos.

- Y muy sabia - agregó Roni.

Tita sonrió, sintiéndose feliz y llena de nuevos conocimientos.

- Gracias, amigos. Hoy aprendí que la amistad y el ingenio son fundamentales para superar los desafíos. ¡Hasta la próxima aventura! - dijo Tita, emocionada mientras se despedía.

Y así, con el corazón lleno de nuevas experiencias, Tortuguita Tita regresó a su hogar, lista para contarle a todos sobre su gran aventura por el río.

FIN.

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