La Gran Aventura del Agua Perdida
Era un día radiante en el que el sol brillaba con mucha fuerza. Un grupo de niños de la escuela primaria 'Los Aventura' había decidido ir de excursión a un hermoso bosque lleno de árboles y ríos. Todos estaban emocionados por el viaje y prepararon muchas cosas en sus mochilas. Pero no se imaginaban que pronto se enfrentarían a un gran desafío.
"¡No puedo esperar a ver las aves!" - dijo Sofía, mientras miraba por la ventana del bus.
"Y yo quiero encontrar un arroyo donde podamos chapotear!" - exclamó Lucas, agitando su brazo como si ya estuviera nadando.
Una vez que llegaron al bosque, todos bajaron del bus y comenzaron a explorar. Caminaban por senderos cubiertos de hojas, observando a los ardillas y pájaros. Pero, a medida que pasaba el tiempo, el calor se hacía cada vez más sofocante, y los chicos comenzaron a sentir la sed.
"¿Alguien tiene agua?" - preguntó Mateo, con la lengua caliente y seca.
"Yo sólo traje una botella... y ya la terminé" - contestó Sofía, preocupada.
"Yo tengo un sorbo más, no más" - dijo Lucas, mientras sacaba su botella vacía.
De repente, se dieron cuenta de que habían olvidado llenar las botellas antes de salir. Estaban en medio del bosque, a kilómetros de la escuela, y ya no les quedaba agua. Todos se miraron con preocupación. ¿Qué iban a hacer?"No se alarmen. Siempre hay una solución para todo" - dijo la valiente Valeria, que había estado en una excursión similar y recordaba que en el bosque había un arroyo cerca.
"¿En serio?" - preguntaron todos al unísono.
"Sí, ¡sigamos mis pasos!" - respondió Valeria, llena de entusiasmo.
Los niños comenzaron a seguir a Valeria, pero el camino no era tan fácil. En su búsqueda del arroyo, se encontraron con una ladera empinada, cubierta de piedras sueltas.
"¡Cuidado!" - gritó Mateo, mientras resbalaba un poco.
"¡Agáchense!" - dijo Sofía, a tiempo para ayudarlo a levantarse.
Finalmente, después de un tiempo de trepar, bajarse y ayudarse entre ellos, escucharon el sonido del agua.
"¡Escuchen!" - gritó Lucas, emocionado.
"¡Es el arroyo! ¡Vamos!" - exclamó Valeria, aumentando el ritmo.
Al llegar al arroyo, vieron un espectáculo maravilloso: agua cristalina que corría suavemente entre las piedras. Todos gritaron de alegría y se apresuraron a llenarse las botellas.
"¡Esto es un paraíso!" - dijo Mateo mientras llenaba su botella.
"Y pensar que casi nos preocupamos demasiado. ¿Vieron cómo todo tiene solución si trabajamos juntos?" - reflexionó Sofía.
Sin embargo, mientras se relajaban y bebían el fresco agua, notaron algo extraño a la distancia. Un grupo de animales miraba con curiosidad desde la orilla: un ciervo, un zorrillo y hasta un grupo de patos que nadaban.
"¿No les parece que el ciervo parece asustado?" - preguntó Lucas.
"Sí, lo noté. Puede que esté en problemas" - dijo Valeria, sintiéndose responsable de ayudar a la naturaleza.
Los chicos, reunidos, comenzaron a observar al ciervo. Parecía que sus patas estaban enredadas en un tipo de basura. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que tenían que actuar.
"¡Hay que liberar al ciervo!" - dijo Mateo, decidido.
"Pero, ¿cómo vamos a hacerlo?" - preguntó Sofía.
"Podemos usar nuestras mochilas. Con cuidado, podremos deshacer el enredo" - propuso Valeria.
Con mucho cuidado, e incluso utilizando algunas ramas, los cinco niños se acercaron al ciervo. Fue un arduo trabajo, pero al final, lograron liberar al pequeño animal de la trampa de basura. Después de un momento de asombro, el ciervo dio un salto de alegría y desapareció en el bosque.
"¡Lo logramos!" - gritó Lucas.
"¡Hicimos una buena acción!" - celebró Mateo, sintiéndose orgulloso.
Finalmente, tras su aventura, los niños regresaron a sus casas, no solo llenos de agua, sino también con un sentimiento de triunfo en sus corazones. Habían aprendido que la amistad, el trabajo en equipo y el amor por la naturaleza son esenciales para enfrentar cualquier desafío.
Cuando volvieron a la escuela, les contaron a sus compañeros cómo habían salvado al ciervo y encontraron el arroyo. Todos se sintieron inspirados por su valentía.
"No olviden siempre llevar agua, pero también ser responsables con nuestro entorno" - concluyó Valeria, orgullosa de ser parte de un grupo tan increíble.
Y así, esos niños nunca olvidaron su gran aventura del agua perdida, y recordaron que las mejores historias se escriben cuando trabajamos juntos y cuidamos de lo que nos rodea.
FIN.