La Gran Aventura del Bosque de los Valores



En una hermosa mañana en el Bosque de los Valores, cinco amigos animales se reunieron en un claro bañado por el sol. Estaban Lía la liebre, Tino el tortugo, Roco el zorro, Mía el loro y Bruno el oso. Cada uno tenía una virtud que los diferenciaba, y esa mañana decidieron emprender una aventura en busca de un tesoro escondido entre los árboles.

"- ¿Qué les parece si buscamos el tesoro que hay en la cueva mágica?", propuso Lía, saltando emocionada.

"- Yo creo que deberíamos cuidarnos y no ir tan rápido, podría ser peligroso", respondió Tino con su voz tranquila.

"- ¡Eso es lo divertido! ¡Vayamos!", dijo Roco, moviendo su cola de un lado a otro.

"- Pero, ¿cómo vamos a hacerlo?", cuestionó Mía, que ya tenía alas listas para volar alto. "Yo podría explorar el aire y ver si hay algo peligroso."

"- Tenés razón, Mía", dijo Bruno, que siempre había sido el más fuerte del grupo. "Podemos formar equipos: algunos van por tierra y otros por aire. Así será más seguro."

Así, decidieron que Lía y Roco irían adelante, mientras que Tino y Mía los seguirían desde arriba, y Bruno cerraría la marcha.

Mientras avanzaban, no tardaron en encontrarse con una gran caída de agua. Las rocas abrían paso a un río tumultuoso.

"- ¡Oh no! ¿Cómo cruzaremos?", se lamentó Lía, mirando las aguas furiosas.

"- No te preocupes, podemos construir un puente con ramas y hojas", sugirió Bruno.

"- Yo puedo ayudar a buscar las ramas desde el aire", dijo Mía emocionada.

"- Está bien, vamos a trabajar en equipo", afirmó Tino, que siempre valoraba la colaboración.

Después de un rato, habían construido un puente lo suficientemente fuerte como para que todos pudieran cruzar. Justo en ese momento, Roco, que había estado escondido detrás de unos arbustos, apareció con una sorpresa.

"- ¡Chicos, miren! ¡Encontré un mapa!", exclamó mientras agitaba un papel viejo.

"- ¡Eso es increíble! ¿Qué dice?", preguntó Lía, ansiosa por saber más.

"- Parece que hay una trampa en el camino hacia el tesoro", explicó Roco, concentrándose en el mapa. "Debemos ser cuidadosos."

"- Siempre tenemos que tener cuidado con las trampas que la vida nos pone", apuntó Tino, que sabía sobre ser prudente.

Continuaron su viaje con la advertencia de Roco vigente en sus mentes. Después de un rato, llegaron a un lugar donde había montones de hojas secas, amarillas y anaranjadas. Uno de los montones parecía moverse.

"- ¡Cuidado!", gritó Mía, cubriendo el rostro con sus alas, mientras volaba por encima.

"- Quiero verlo de cerca", dijo Roco, llenándose de valentía. Al acercarse, descubrió que era solo una ardilla tratando de esconder sus nueces.

"- ¡Sí! , vi que ustedes estaban muy emocionados, y quería unirme. ¿Puedo ayudar?", preguntó la ardilla.

"- Claro, cuéntanos más de la trampa", respondió Roco.

"- Solo hay que saltar sobre las hojas y serán seguras. Pero deben ir juntos", explicó la ardilla.

"- ¡Eso lo podemos hacer!", dijo Bruno, sonriendo. Los cinco animales se pusieron de acuerdo y, juntos, cruzaron el peligroso terreno.

Finalmente, llegaron a la cueva mágica, donde una brillante luz los envolvió.

"- ¡Miren eso!", dijo Lía, maravillada. "Ese debe ser el tesoro. Es hermoso."

Al entrar, entendieron que el verdadero tesoro no eran joyas ni oro, sino un espejo gigante.

"- ¿Un espejo?", preguntó Roco confundido.

"- Sí, ¡miren cómo reflejan nuestras cualidades!", dijo Mía mientras observaban. En el espejo, cada uno veía el valor que había mostrado en su camino: valentía, prudencia, colaboración, alegría y fuerza.

"- Esto es hermoso. El tesoro es ser quienes somos y trabajar juntos", reflexionó Tino, sonriendo.

"- Nunca lo olvidaré. ¡Es más valioso que cualquier oro!", concluyó Lía.

Regresaron a su hogar, cada uno llevando consigo una lección importante: los valores son el más grande tesoro que uno puede tener. Siempre que lo compartan con los demás, multiplican su brillo.

Desde ese día, Lía, Tino, Roco, Mía y Bruno continuaron explorando el bosque, recordando que el valor más grande nace en el corazón y se fortalece cuando se comparte. Y así, vivieron felices en el Bosque de los Valores, siempre listos para nuevas aventuras.

FIN.

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