La Gran Aventura del Fin de Curso



Era un soleado día de diciembre y en la escuela Primaria Estrella Brillante, los alumnos de sexto grado estaban emocionados por su acto de fin de ciclo lectivo. Todos ellos se preparaban para despedirse de una etapa importante de sus vidas y dar paso a nuevas aventuras en la secundaria.

En el aula de 6° A, Sofía, una niña con un gran amor por la literatura y la imaginación desbordante, estaba organizando el discurso que iba a dar en la ceremonia. Su maestra, la señora Marta, se acercó con una sonrisa.

"Sofía, ¿estás lista para compartir tus ideas con todos?" - preguntó la señora Marta.

"Sí, pero tengo un poco de miedo. ¿Y si me olvido de lo que tengo que decir?" - respondió Sofía, nerviosa.

"No te preocupes, cariño. Lo importante es hablar desde el corazón. Todos están ahí para apoyarte" - dijo alentadora la señora Marta.

El día del acto llegó. La sala estaba decorada con globos y carteles. Los padres, abuelos, y hermanos estaban expectantes. Sofía miró al público y vio a su papá, que le sonreía, y a su mamá, que le hacía gestos de aliento. Respiró hondo y se acercó al micrófono.

"Queridos compañeros, maestros, y familias, hoy es un día muy especial. Estamos aquí para celebrar todo lo que hemos aprendido y vivido juntos. Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, y creo que cada historia merece ser escuchada" - dijo Sofía, con un brillo en los ojos.

Mientras hablaba, su mente se llenaba de recuerdos. En ese momento, se acordó de Lucas, su mejor amigo, que siempre había estado a su lado. De repente, decidió contar una anécdota divertida.

"Recuerdo cuando tratamos de hacer un experimento de ciencia con mentitas y gaseosa. Al final, terminó todo lleno de espuma y risas. Ese día aprendimos que a veces, las cosas no salen como uno espera, pero eso también es parte de la diversión" - contó Sofía, provocando risas en el público.

Pero, justo cuando estaba a punto de continuar, alguien la interrumpió. Era Felipe, un compañero de clase que siempre había sido un poco tímido, levantando la mano.

"Disculpa, Sofía, pero yo también quiero contar algo" - dijo Felipe.

"¡Claro! Este es el momento perfecto para compartir" - respondió Sofía, animada.

"Yo quiero recordar el momento en que todos nos unimos para ayudar a la señora Gómez a plantar flores en el patio. Aprendimos que juntos somos más fuertes y podemos hacer cosas increíbles. ¡Las flores todavía están allí!" - exclamó Felipe, sonriendo.

El público aplaudió. Sofía se sorprendió y sintió que su nerviosismo se desvanecía.

"Así es, Felipe. Y eso nos lleva a una gran lección: no solo hemos aprendido en clase, sino también a ser amigos y a ayudarnos entre nosotros. Lo que llevaremos en el corazón no son solo libros y exámenes, sino las amistades y los momentos que compartimos" - continuó Sofía.

Con el apoyo de Felipe, varios compañeros comenzaron a murmurar y a contar sus propias historias. El ambiente se llenó de risas, anécdotas y recuerdos; desde el viaje a la granja, hasta el día que organizaron una mini olimpiada donde todos participaron.

Al finalizar, Sofía miró a la maestra Marta, con una gran sonrisa.

"Ahora entiendo que un discurso no es solo palabras, sino conectar con otros. Gracias a todos por ser parte de esta experiencia" - dijo, sintiéndose más fuerte que antes.

El acto terminó con aplausos llenos de amor y emoción. Sofía y sus amigos aprendieron que, aunque se despiden de la primaria, siempre llevarían en su corazón el recuerdo de esos momentos tan especiales.

Mientras se retiraban, Sofía se sintió llena de esperanza por el futuro que les esperaba. Esto era solo el comienzo de una aventura aún mayor en la secundaria.

FIN.

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