La Gran Aventura del Patio
Era un día hermoso de sol y el patio de la escuela estaba lleno de risas. Sabrina y Tomás eran dos amigos inseparables que pasaban las horas jugando y explorando su entorno.
"¡Mirá, Tomi! ¡Voy a hacer una pirueta!" - exclamó Sabrina, llena de energía, mientras se preparaba para saltar de una pequeña estructura de juegos.
"¡Cuidado! No te vayas a caer!" - le advirtió Tomás, preocupado por la acrobacia de su amiga.
Sabrina no le hizo caso y, con todo su entusiasmo, se lanzó en el aire. Pero, de repente, su pie resbaló y ¡plaf! Cayó al suelo, aterrizando sobre un montón de hojas.
"¡Ay!" - gritó, mientras se sobresaltaba.
Tomás corrió hacia ella con el corazón en la garganta.
"¿Estás bien, Sabrina?" - preguntó, con su voz temblorosa.
Sabrina se riendo, le respondió: "Sí, fue sólo un pequeño tropezón. ¡Dame la mano, ven aquí!".
Tomás le extendió la mano y la ayudó a levantarse. Pero mientras ella se sacudía las hojas, notaron algo brillante en el suelo.
"¿Qué es eso?" - preguntó Tomás, intrigado.
"No lo sé, pero tengo curiosidad. Vamos a averiguarlo!" - respondió Sabrina, acercándose al objeto. Era una pequeña caja de metal cubierta de tierra.
"¿Crees que haya algo dentro?" - inquirió Tomás.
Sabrina, llena de emoción, miró a su amigo y dijo: "¡Solo hay una forma de averiguarlo!". Juntos, empezaron a limpiar la caja. Después de unos minutos de duro trabajo, lograron abrirla. Dentro había un mapa antiguo y unas pequeñas herramientas.
"¡Mirá esto, Tomi! Es un mapa del patio!" - exclamó Sabrina, entusiasmada. "Parece que nos lleva a un tesoro escondido".
Tomás, emocionado, sonrió. "¡Vamos a buscarlo!".
Siguiendo las pistas del mapa, ambos amigos recorrieron cada rincón del patio. Agachándose detrás de los árboles, saltando over las jardineras y siguiendo señales dibujadas en el mapa. Después de un rato, llegaron a un lugar señalado con una 'X'.
"Este es el lugar, Sabrina! ¡Cavemos!" - dijo Tomás, mientras empezaba a excavar con una pequeña palita que encontraron en la caja.
Sabrina le ayudó, y después de unos minutos de cavar, escucharon un sonido metálico. Con mucha emoción, desenterraron un cofre antiguo, lleno de monedas de chocolate y juguetes pequeños.
"¡Lo encontramos!" - gritaron ambos a la vez, saltando de alegría.
De repente, las risas de sus compañeros de clase resonaron en el patio, al ver lo que habían encontrado. Los demás se acercaron, curiosos por la conmoción.
"¿Qué tienen ahí?" - preguntó una niña, mirando el cofre lleno de tesoros.
Sabrina y Tomás sonrieron, y Tomás dijo: "¡Es un tesoro! Pero lo mejor es que lo encontremos juntos. ¿Quieren unirse a la fiesta?".
Sabrina asintió. "Podemos compartirlo! Así todos disfrutamos del tesoro juntos!".
Y de esa manera, el patio se llenó de risas y alegría, mientras los niños compartían las monedas y los juguetes entre todos. Aprendieron que la verdadera riqueza no estaba en el tesoro que habían encontrado, sino en la amistad y la diversión de jugar juntos.
Al final del día, Tomás y Sabrina se miraron con una sonrisa.
"¿Sabes qué, Tomi? A veces, los pequeños tropiezos pueden llevarnos a grandes aventuras" - dijo Sabrina, recordando su caída inicial.
"¡Sí! Y siempre es mejor compartir esas aventuras con amigos!" - respondió Tomás, mientras se alejaban del patio, contentos y felices por su gran día.
FIN.