La Gran Aventura del Supermercado



Era una soleada mañana de sábado, y Amelia se despertó con una gran sonrisa en su rostro. Hoy era un día especial porque iba a ir al supermercado con su papá.

- ¡Papá, hoy vamos al supermercado! - gritó Amelia entusiasmada, mientras saltaba de la cama.

- ¡Sí, mi amor! Pero antes, necesitamos hacer una lista de compras. - respondió su papá, mientras se acomodaba la camisa.

Amelia se sentó en la mesa de la cocina con una hoja en blanco y un lápiz. Era hora de pensar en lo que necesitaban comprar.

- ¿Qué necesitamos, papá? - preguntó curiosa.

- Bueno, primero pensemos en las frutas. - sugirió su papá.

- ¡Sí! Quiero manzanas y bananas. - exclamó Amelia.

- Perfecto. ¿Cuántas manzanas y cuántas bananas? - inquirió su papá, mientras anotaba.

Amelia pensó por un momento.

- ¡Cinco manzanas y seis bananas! - contestó orgullosa.

- Muy bien, anoto cinco manzanas y seis bananas. ¿Qué más? - prosiguió su papá.

- Ah, no puede faltar el jugo de naranja. - dijo Amelia.

- ¡Exacto! ¿Cuántas botellas de jugo? - preguntó él, emocionado por la participación de su hija.

- ¡Dos botellas! Así nos alcanza para el desayuno. - agregó Amelia.

- Es una gran idea. Vamos anotando: dos botellas de jugo de naranja. - su papá escribió.

Amelia estaba muy inspirada y siguió pensando.

- También quiero cereales, papá. - dijo.

- Excelente elección. ¿Cuántas cajas? - continuó él.

- ¡Una caja grande, por favor! - respondió muy segura.

Mientras continuaban con la lista, Amelia dijo:

- ¡Vamos a comprar galletitas también!

- Muy bien, ¿cuántas? - le preguntó su papá.

Amelia miró hacia la repisa donde guardaban las galletitas.

- Creo que dos paquetes serán suficiente. - decidió.

Con la lista casi completa, su papá le preguntó:

- ¿Qué hay de los productos para hacer la comida?

Amelia pensó en lo que les gustaba.

- ¡Carne! - exclamó.

- ¡Sí! ¿Y cuánta carne necesitamos? - le preguntó.

- Media docena de hamburguesas. - respondió.

Y su papá escribió, cuando de repente, el teléfono sonó.

- Espera un momento, amor. - dijo su papá, atendiendo la llamada.

Mientras tanto, Amelia siguió pensando en lo que debían comprar.

- ¡Lácteos! - recordó.

Cuando su papá terminó la llamada, Amelia lo miró.

- ¡Papá! Necesitamos leche, queso y yogur.

- Muy bien, ¿cuánta leche? - preguntó su papá.

Amelia se imaginó llenando la cartuchera con leche.

- ¡Tres litros! - dijo con una sonrisa.

- ¿Y el queso? - inquirió él.

- Dos paquetes de queso. - respondió rápidamente.

- ¿Y el yogur? - siguió preguntando su papá.

- ¡Cuatro yogures! - contestó finalmente.

Su papá miró la lista y se dio cuenta de que tenían muchas cosas anotadas.

- ¡Amelia! Hemos hecho una lista estupenda. Me parece que tenemos todo. - sonrió.

Pero entonces, Amelia recordó algo muy importante.

- ¡Papá! ¿Y las golosinas?

- ¡Oh! La lista no estaría completa sin eso. - rió él.

- Quiero dos paquetes de caramelos y un chocolate. - pidió Amelia.

- Excelente elección, pequeña. - dijo su papá, mientras escribía.

Ya con la lista lista, papá y Amelia se pusieron en marcha hacia el supermercado. Lo que Amelia no sabía era que su papá había planeado una pequeña sorpresa.

Cuando llegaron al supermercado, su papá le dijo:

- Ahora, cada vez que encontremos un producto de nuestra lista, tú lo vas a marcar. - le dijo, y le dio un resaltador.

Amelia estaba encantada. Así, cada vez que encontraban algo, ella se emocionaba y lo tachaba de la lista.

- ¡Mirá, papá! Ya taché las manzanas y las bananas. - dijo con entusiasmo.

- ¡Muy bien, Amelia! - respondió su papá, orgulloso.

Cada esquina del supermercado era una pequeña aventura. En el pasillo de los lácteos, Amelia no paraba de reír al ver lo grande que era el envase de la leche.

- ¡Es como un tanque! - exclamó, y su papá se unió a su risa.

Finalmente, después de tachar todo lo de la lista y de disfrutar un montón, llegaron a la sección de las golosinas.

- ¡Eureka! ¡Las golosinas! - gritó Amelia, sobresaltando a los demás compradores.

- Puedes elegir una más, porque te portaste muy bien. - le dijo su papá con una sonrisa.

Amelia no podía creer su suerte. Al salir del supermercado, llevaba en su carrito todas las compras y, sobre todo, un gran recuerdo en su corazón.

- ¡Gracias, papá! Esta fue la mejor aventura. - comentó mientras caminaban hacia el auto.

- Gracias a vos, mi amor. Y recuerda, siempre es más divertido comprar con un buen plan. - le respondió su papá, dándole un abrazo.

Esa fue una gran lección que Amelia jamás olvidaría.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1