La Gran Aventura en el Bosque Encantado
Era un día soleado en el Bosque Encantado. Caperucita Roja estaba caminando hacia la casa de su abuelita con una canasta llena de golosinas. En el camino, se encontró con los Tres Cerditos.
"¡Hola, Caperucita! ¿A dónde vas con esa canasta?" - preguntó el Cerdito Mayor.
"Voy a visitar a mi abuelita y llevarle algo rico de comer" - respondió Caperucita.
Curiosos, los cerditos decidieron acompañarla.
"No puedes ir sola, ¡podría aparecer el lobo!" - dijo el Cerdito Mediano.
Mientras tanto, el Lobo Feroz estaba escondido tras un árbol, maquinando un plan.
"Hmm, si logro atrapar a Caperucita y los cerditos, ¡tendré una fiesta increíble!" - pensó.
Cuando Caperucita y los cerditos llegaron a una bifurcación en el camino, vieron a Hansel y Gretel.
"¡Nosotros encontramos un camino lleno de dulces!" - exclamó Gretel con emoción.
"¿Quieren venir a ver?" - ofreció Hansel.
Caperucita se sintió intrigada.
"Vamos, ¿quién no ama los dulces?" - sonrió.
Los cinco amigos tomaron el camino de los dulces, dejando atrás al Lobo.
Pero el Lobo, astuto como siempre, decidió seguirlos en secreto.
Mientras disfrutaban de golosinas, al pasar por un claro en el bosque, se encontraron con Blanca Nieves y Cenicienta.
"¡Hola! ¿Qué hacen todos ustedes aquí?" - preguntó Blanca Nieves.
"Vamos a descubrir un camino de dulces, ¿ustedes quieren unirse?" - dijo Caperucita.
"Sí, ¡sería emocionante!" - respondió Cenicienta mientras miraba cómo los demás disfrutaban.
Ahora, todos juntos continuaron el camino, sin saber que el Lobo estaba un poco más cerca.
Finalmente, llegaron a una hermosa casa de caramelos.
"¡Miren! Es la casa de la malvada bruja!" - dijo Hansel, recordando su experiencia pasada.
Pero antes de que pudieran entrar, apareció el cazador que había escuchado sobre el lobo.
"¡Alto ahí!" - advirtió.
"No hay que asustarse, estamos aquí solo por dulces" - explicó Caperucita.
El cazador decidió unirse a la aventura, queriendo asegurarse de que el lobo no interrumpiera su diversión.
Cuando todos se acercaron a la puerta, el Lobo Feroz apareció de repente.
"¿Qué hacen ustedes aquí? ¡Este es mi lugar!" - gruñó.
Caperucita se adelantó y respondió con valentía.
"Venimos a compartir y disfrutar. No queremos pelear, ¡podés unirte a nosotros!"
El Lobo se quedó sorprendido.
"¿Compartir? Nunca nadie me ofreció eso..." - dijo, bajando la guardia.
Aprovechando la oferta, decidieron hacer una gran mesa afuera y compartir todos los dulces.
Mientras estaban comiendo, la abuelita de Caperucita se asomó desde el bosque, intrigada por el bullicio.
"¿Qué esta pasando aquí?" - preguntó.
Caperucita se acercó y sonriendo le explicó.
"Estamos teniendo una gran fiesta, ¡la primera vez que el Lobo come con nosotros!"
La abuelita, sorprendida pero encantada, decidió unirse también.
"Mientras estemos juntos y compartiendo, todo estará bien" - dijo.
La fiesta continuó, y el Lobo Feroz, al ver cómo todos se reían y disfrutaban, se sintió parte de algo especial.
"Nunca había pasado un día así. A veces, solo necesitamos un poco de amistad" - dijo el Lobo, sintiéndose agradecido.
Cenicienta, siempre optimista, dijo:
"Ahora somos un gran grupo de amigos, ¡y podemos tener nuevas aventuras juntos!"
Hansel y Gretel concurrieron.
"Podemos hacer más fiestas y explorar nuevos lugares!"
Así fue como el Lobo, antes temido, se convirtió en un querido amigo de todos. Y desde ese día, el Bosque Encantado nunca volvió a ser el mismo: en lugar de miedo, siempre había risas y dulces.
Al final de la jornada, todos aprendieron que la verdadera magia se encuentra en la amistad y en el compartir, sin importar las diferencias.
"¡Feliz aventura a todos!" - exclamaron al unísono, mientras miraban hacia el horizonte, planeando su próxima escapada.
FIN.