La Gran Aventura en el Jardín Infantil



Era una mañana soleada en el jardín infantil 'Arcoíris Brillante', un lugar lleno de colores, risas y juegos. Los niños estaban emocionados porque ese día recibirían una visita muy especial: ¡animales de la selva!

Los alumnos se agruparon en el patio, y mientras esperaban a sus nuevos amigos, la maestra Lila les explicó:

"Hoy conocerán a varios animales: un loro charlatán, un mono juguetón y un elefante cariñoso. Pero recuerden, debemos ser amables y respetuosos con ellos para que se sientan a gusto."

De repente, un grito de alegría se escuchó. El loro, llamado Tito, llegó volando con un brillo en sus plumas verdes y amarillas.

"¡Hola, chicos! ¡Soy Tito, el loro! ¿Listos para una aventura?"

Pero, aunque Tito era muy simpático, no parecía querer escuchar a los adultos. De inmediato se posó en la cabeza de un niño y comenzó a imitar el sonido de un timbre, causando risas, pero también algo de caos.

"¡Tito, cuidado! No hagas eso, por favor!" - pidió la maestra Lila.

"¡Es solo un juego!" - gritó Tito, mientras volaba alrededor como si estuviera en una montaña rusa.

Luego llegó Mono, que no paraba de saltar de un lado a otro.

"¡Soy Mono, el más divertido! ¡Miren lo que puedo hacer!" - exclamó mientras se colgaba de una rama cercana, ignorando la advertencia de la maestra.

"Mono, ¡vuelve aquí!" - reclamó Lila, pero Mono hizo caso omiso y siguió saltando.

"¡Esto es genial!" - decía emocionado.

Por último, llegó Elefante, con su gran trompa y una sonrisa enorme.

"Hola, pequeños amigos. Soy Elefante, y estoy aquí para jugar y aprender. Pero, ¿dónde están las reglas?"

Los niños, intrigados, respondieron:

"A veces no se cumplen..."

"Pero eso no está bien. Todos debemos obedecer para divertirnos y ser amigos. Sean bellos y respetuosos, como yo."

Esa tarde, la maestra Lila organizó juegos y actividades para que los animales y los niños compartieran. Pero, a pesar de las buenas intenciones, Tito, Mono y Elefante siguieron armando revuelo, corriendo, gritando, y desobedeciendo.

Cada vez que los animales no seguían las reglas, algo curioso sucedía. Al principio, no parecían darse cuenta, pero la diversión se desvanecía poco a poco. El jardín, que al principio estaba lleno de risas, comenzó a sentirse confuso y desorganizado.

"¡Esto no es divertido!" - gritó un niño.

"Sí, ¡los animales no nos escuchan!" - respondió otra.

Entonces, el Elefante se sentó y pensó profundamente.

"Quizás no entendemos cuánto nos divertimos cuando hay reglas. ¿Qué tal si intentamos escuchar a los adultos por un momento?"

Los otros animales se miraron. Era la primera vez que reflexionaban sobre cómo su comportamiento afectaba la diversión de todos.

"Tienes razón. No quiero que los niños dejen de reírse por mi culpa", aceptó Tito.

"Y yo tampoco quiero perderme de la diversión. Vamos a intentar obedecer siguiendo el ejemplo de Elefante", agregó Mono.

Así que Tito, Mono y Elefante hicieron un trato. Jugarían y se divertirían, pero con respeto hacia las reglas y los adultos.

"¡Vamos a hacer equipos! Ustedes son los yanquis y nosotros los selvas. ¡El que gane, será el más alegre!" - sugirió el loro entusiasmado.

"Y si todos jugamos bien, haremos una gran fiesta al final!" - agregó el Elefante.

Desde ese momento, el ambiente en el jardín cambió. Todos disfrutaron de los juegos, que ahora eran divertidos y ordenados. Los adultos estaban felices y los niños aprendieron que escuchar es tan divertido como jugar.

"¡Esto es lo mejor!" - exclamaron todos juntos.

"¡Qué lindo es ser amigos y respetar las reglas!" - concluyó Mono, mientras todos reían al unísono.

Al caer la tarde, el jardín infantil se llenó de risas, música y baile. Tito, Mono y Elefante aprendieron que la verdadera diversión no estaba en hacer lo que querían, sino en compartir momentos especiales con respeto y amistad.

Desde entonces, en cada visita al jardín, los animales de la selva se convirtieron en los mejores amigos de los niños, siempre recordando que las reglas son importantes para que todos juntos puedan disfrutar. Y así, cada vez que volvían, traían consigo un nuevo lema: "¡Divertirse es mejor cuando hay respeto!".

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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