La gran aventura en el zoológico de Felipe


En una soleada mañana, Felipe se despertó emocionado por ir al colegio. Era un día especial porque iban a tener una excursión al zoológico y él estaba ansioso por ver a los animales.

Se levantó de un salto de la cama, se vistió rápidamente y desayunó con energía. Al llegar al colegio, se encontró con sus amigos Martín, Sofía y Lucas, quienes estaban igual de entusiasmados que él por la excursión.

Juntos formaban un grupo inseparable y siempre se divertían mucho. La maestra los reunió en el patio y les dio las indicaciones para el paseo. Todos estaban atentos escuchando cuando de repente, Martín recordó que se había olvidado su almuerzo en casa.

Felipe no dudó ni un segundo y le ofreció compartir su vianda con él. "¡No te preocupes, Martín! Podemos compartir mi comida. Seguro habrá suficiente para los dos", dijo Felipe con una sonrisa.

"¡Gracias, Felipe! Eres un amigo increíble", respondió Martín emocionado. Así, juntos resolvieron el problema y continuaron disfrutando del día. En el zoológico vieron elefantes, jirafas, leones y monos; cada animal les parecía más fascinante que el anterior. Se tomaron fotos juntos y se rieron sin parar.

Pero justo cuando estaban por entrar a ver a los pingüinos, notaron que Sofía estaba triste y cabizbaja. Rápidamente se acercaron a ella para preguntarle qué pasaba.

"¿Qué te pasa, Sofi? ¿Por qué estás tan callada?", preguntó Lucas preocupado. Sofía les contó que tenía miedo de subirse al autobús para volver al colegio porque nunca lo había hecho antes sin su mamá cerca. Los amigos intercambiaron miradas cómplices e inmediatamente idearon un plan para ayudarla. "Tranquila, Sofi.

¡Vamos a sentarnos juntos en el autobús y te prometemos estar a tu lado todo el tiempo! No tienes por qué preocuparte", aseguró Felipe con ternura.

Con el apoyo incondicional de sus amigos, Sofía tomó coraje y subió al autobús sin problemas. Durante todo el trayecto estuvieron junto a ella cantando canciones y contándole chistes para hacerla sentir mejor. Al regresar al colegio, la maestra felicitó al grupo por ser tan solidarios entre ellos y cuidarse mutuamente.

Felipe sonrió orgulloso sabiendo que había hecho nuevos amigos gracias a su actitud amable y generosa. Desde ese día en adelante, Felipe siguió siendo conocido como "el amigo fiel" entre sus compañeros de clase.

Siempre dispuesto a tender una mano amiga o compartir lo que tenía con quienes lo necesitaban.

Y así demostraba cada día que la verdadera amistad va más allá de solo divertirse juntos; también implica apoyarse en los momentos difíciles y estar presentes cuando alguien lo necesita.

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