La Gran Aventura en la Escuela 117



Era un hermoso día en la Escuela 117, donde los estudiantes de 3ero y 4to B estaban listos para una nueva aventura con su querida maestra Carla. Ella siempre buscaba maneras de hacer que sus clases fueran emocionantes, y ese día no sería la excepción.

"¡Hola, chicos!", gritó la maestra Carla al entrar al aula, con una gran sonrisa en su rostro. "Hoy vamos a aprender sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y, para hacerlo, ¡tendremos una búsqueda del tesoro!"

Los niños comenzaron a saltar de emoción. La maestra les explicó que tenían que encontrar diferentes objetos reciclables alrededor del patio de la escuela. "Tendrán que formar equipos, y el equipo que recoja más objetos ganará un fabuloso premio sorpresa".

Los alumnos se dividieron en grupos. Mateo, Valentina, Lucas y Sofía formaron un equipo. "¡Vamos, equipo, a buscar!", exclamó Mateo, mientras todos corrían hacia el patio.

Mientras buscaban, encontraron una botella de plástico, cartones y hasta unas latas de refresco. "Mirá, encontramos un montón de cosas", dijo Sofía. "Sí, pero no solo se trata de recoger, tenemos que pensar en cómo reutilizarlas", agregó Valentina.

En medio de la búsqueda, el equipo escuchó un ruido proveniente de un arbusto. "¡¿Qué fue eso? !", preguntó Lucas, asustado. Curiosos, se acercaron y descubrieron un pequeño gato perdido, maullando suavemente.

"¡Pobrecito!", exclamó Sofía. "¡Debemos ayudarlo!". El equipo decidió que primero ayudarían al gato, y luego continuarían con la búsqueda.

Mientras trataban de calmar al gato, la maestra Carla apareció. "¿Qué está pasando aquí, chicos?". Al ver al gato, su expresión cambió. "¡Es un lindo gatito! ¿Lo encontraron así?"

"Sí, maestra, lo queremos ayudar", respondió Mateo.

La maestra Carla sonrió y les sugirió que lo llevaran al salón. "Podemos llamarlo Eco, ¡en honor a nuestra búsqueda del medio ambiente!".

El grupo tuvo una breve discusión sobre qué hacer con Eco. "Necesita agua y comida", dijo Valentina. "Y también un lugar donde dormir", agregó Lucas.

La maestra Carla los guió para darle de comer y beber al gato. Al instante, Eco se sintió más cómodo y comenzó a ronronear. "¡Se ve que le gusta estar con nosotros!", comentó Sofía.

Después de ayudar a Eco, el equipo decidió seguir con la búsqueda del tesoro ecológico. Corrieron por el jardín, recogiendo todo lo que podían. Al final, tenían una buena cantidad de objetos.

Cuando regresaron al aula, la maestra Carla los felicitó. "¡Qué gran trabajo, chicos! Pero, ¿qué harán con todo eso?".

El grupo empezó a pensar en ideas creativas. "Podemos hacer macetas con las botellas"; sugirió Mateo. "Y con el cartón, podemos crear un juego"; agregó Valentina.

La maestra los alentó a transformar las ideas en proyectos. "Esto es genial, ver cómo pueden reutilizar. Es indispensable cuidar el planeta y ustedes lo están haciendo de una manera muy creativa".

Finalmente, el equipo ganó el premio sorpresa: una caja con materiales reciclables para sus futuros proyectos. "¡Esto es increíble!", gritó Lucas.

"Hoy no solo aprendimos a cuidar el medio ambiente, sino que también rescatamos a Eco", comentó Sofía con una gran sonrisa.

La maestra Carla aprobó con la cabeza. "Recuerden, siempre hay una aventura por descubrir si miramos el mundo con curiosidad y cariño". Y así, los estudiantes de 3ero y 4to B no solo se llevaron un excelente aprendizaje, sino también un nuevo amigo llamado Eco, quien se convirtió en la mascota de la clase.

"¡Petición para adoptar a Eco como el gato de la escuela!", gritó Mateo al final de la clase, y todos rieron.

La aventura en la Escuela 117 les enseñó que cada pequeño esfuerzo cuenta y que ser responsables con el medio ambiente puede ser divertido y emocionante, sin saber que eso era solo el principio de muchas más aventuras por venir.

FIN.

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