La gran aventura en la granja mágica
Érase una vez, en un hermoso y colorido pueblo, una granja mágica donde los animales podían hablar y vivir felices en armonía. La granja pertenecía a un amable granjero llamado Don Alberto, que siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos animales. Un día, Lina, una curiosa niña del pueblo, decidió visitar la granja para conocer a sus habitantes especiales.
Cuando Lina llegó, se encontró con una vaca llamada Lucía, que estaba pastando tranquilamente en el prado.
"¡Hola! Soy Lina, ¿puedo jugar contigo, Lucía?" - dijo la niña emocionada.
"¡Claro! Pero antes, ven a conocer a mis amigos." - respondió Lucía, moviendo su cola animadamente.
Lina siguió a Lucía hacia el establo, donde conoció a un gallo llamado Guille que siempre estaba cantando.
"¡Hola, pequeña! ¿Te gustaría escuchar mi canto?" - preguntó Guille, inflando su pecho.
"¡Sí, por favor!" - contestó Lina con una sonrisa.
"¡Riiiing riiiing! ¡Es hora de despertar!" - cantó el gallo, y todos rieron.
Luego, se unió a ellos una divertida cabra llamada Carla, que le encantaba hacer trucos.
"¡Mira lo que sé hacer!" - dijo Carla mientras saltaba sobre un pequeño tronco.
"¡Eso fue increíble! ¿Puedes enseñarme?" - preguntó Lina, admirando la destreza de la cabra.
Carla asintió con la cabeza y empezaron a practicar juntas. Pero de repente, un fuerte viento comenzó a soplar, y el clima cambió drásticamente. ¡Se acercaba una tormenta!"¡Rápido! Todos a refugiarse en el establo!" - gritó Don Alberto, que había llegado corriendo.
"¿Qué hacemos si la tormenta es muy fuerte?" - preguntó Lina, un poco asustada.
"No te preocupes, pequeña. Aquí dentro estamos a salvo. Además, hay algo mágico en esta granja que puede ayudarnos" - respondió Don Alberto con confianza.
A medida que se refugiaban, Lucía recordó algo importante.
"¡Esperen, amigos! Tenemos que activar el árbol de la magia de la granja. Solo lo hacemos juntos. Ayudémoslo a brillar para que la tormenta se calme." - dijo Lucía, llena de entusiasmo.
Todos empezaron a pensar en momentos felices y recuerdos agradables.
"Yo pienso en el día que hicimos una carrera de obstáculos, ¡fue tan divertido!" - dijo Carla.
"Y yo en el día que cosechamos las fresas más grandes del campo!" - dijo Guille.
Y así, cada uno compartió sus recuerdos más felices, mientras el viento seguía soplando fuerte. Lina, entusiasmada, recordó su primer día en la escuela, cuando hizo tantos amigos.
"¡Pienso en lo divertido que fue aprender a sumar!" - exclamó.
Con cada buena vibra y risa compartida, el árbol comenzó a brillar intensamente, iluminando todo el establo. De repente, el viento comenzó a calmarse, y las nubes negras se disiparon, dejando el cielo azul nuevamente.
"¡Lo logramos!" - gritaron todos al unísono, llenos de alegría.
"Esto es magia verdadera, trabajar juntos y compartir momentos felices hace todo mejor." - dijo Don Alberto mientras sonreía orgulloso.
La tormenta se había ido y el sol volvió a brillar, así que todos salieron al exterior para disfrutar de un hermoso día. Lina estaba feliz de haber vivido una experiencia única en la granja mágica.
"Gracias, amigos. Hoy aprendí que la unión hace la fuerza y que compartir momentos felices puede cambiar cualquier situación malísima en una grandiosa aventura" - dijo sonriente.
"¡Siempre serás bienvenida aquí, Lina!" - respondieron todos al unísono.
Y así, con su corazón lleno de alegría y nuevos amigos, Lina volvió a casa, lista para compartir su propia magia de buenos momentos con todos en su pueblo.
Desde ese día, Lina siguió visitando la granja mágica, y juntos, vivieron muchas más aventuras, siempre recordando la lección más importante: juntos, ¡podemos superar cualquier tormenta!
FIN.