La Gran Aventura en la Jungla Escolar
En un rincón del mundo, donde los árboles eran altos y las flores brillaban en mil colores, se encontraba la Jungla Escolar. Allí no solo aprendían los animales, sino que también había normas muy importantes que cada uno debía seguir para vivir en armonía.
Un día, Lía la leona, la directora del colegio, convocó a todos los alumnos. "Queridos amigos, hoy daremos inicio a un nuevo año escolar, y es fundamental recordar nuestras normas de convivencia"-, dijo Lía con una sonrisa amplia.
Los animales escuchaban atentos. Estaban presentes Pedro el loro, que siempre hablaba muy rápido; Carla la tortuga, que siempre tomaba su tiempo; Tito el tigre, el más travieso de todos, y muchos más. La leona continuó: "Debemos respetarnos mutuamente, ayudar a los que necesitan y mantener nuestro espacio limpio. Si todos colaboramos, tendremos un año maravilloso"-.
Sin embargo, Tito, con su energía inagotable, se preguntó en voz alta: "¿Qué pasaría si no seguimos las normas?"-.
"Eso podría traernos problemas"-, respondió Lía. "Si no recogemos nuestros desechos, la jungla se llenará de basura y eso no le hace bien a nadie. Además, si no ayudamos a los demás, podría haber animales que se sientan tristes o solos"-.
Tito decidió que era una buena idea romper un poco las reglas. Durante el almuerzo, armó una gran broma. Llenó su almuerzo de frutillas y sorprendió a los demás lanzándolas por toda la jungla. Rápidamente, todo se volvió un caos. "¡Miren! ¡Frutillas por todos lados!"-, reía Tito mientras los demás intentaban cubrirse.
"¡Tito! ¡Eso no está bien!"-, exclamó Pedro, que estaba volando cerca. "Debemos limpiar todo esto, no es solo divertido, es nuestra responsabilidad"-.
Carla la tortuga, observando desde la distancia, dijo con tranquilidad: "Puede ser que ahora parezca divertido, pero luego vamos a tener un gran desastre. ¿No preferís disfrutar de una jungla hermosa?"-
Al principio, Tito no le prestó atención. Pero al ver a sus amigos preocupados y trabajando para limpiar, comenzó a sentirse mal. "No pensé que esto iba a causar tanto lío. Mejor los ayudo"-, dijo, comenzando a recoger las frutillas con ellos.
Todos se unieron, y en poco tiempo, la jungla volvió a lucir limpia y fresca. "Gracias por ayudar, Tito"-, le dijo Lía. "Te has dado cuenta de que en este colegio, cada uno debe aportar para el bienestar de todos"-.
Tito, un poco avergonzado, contestó: "Lo siento, no pensé en cómo afectaría a los demás. Prometo que nunca más romperé las normas, porque son para ayudarnos a vivir mejor juntos"-.
Desde ese día, Tito se convirtió en un defensor de las normas en la jungla. Ayudaba a los demás a recordar la importancia de cuidar su hogar y siempre estaba listo para brindar su mano amiga a los que la necesitaban.
Lía la leona sonrió al ver cómo su escuela crecía en armonía. "Así como nosotros cuidamos la jungla, también aprendemos a cuidar de nosotros mismos y de los otros"-.
El año siguió y la amistad entre los animales se fortaleció. Las clases de arte, música y deportes se convirtieron en actividades llenas de alegría y entusiasmo. Ahora, cuando alguien cometía un error, no se sentía mal, sino que aprendía del mismo, siempre con el apoyo de sus amigos.
"Juntos, somos más fuertes, y juntos podemos convertir nuestra jungla en un lugar mejor"-, celebraba Pedro cada vez que comenzaban una actividad.
La Jungla Escolar se transformó en un lugar donde los animales no solo aprendían sino que también se divertían y cuidaban del bienestar de todos. Y al final del año, Lía premiaba a aquellos que más se esforzaban por seguir las normas, asegurando que todos sintiesen que eran parte de la aventura.
Así fue como Tito, Lía, Pedro y Carla aprendieron que en la jungla, vivir en armonía significaba hacer de su colegio un lugar especial, lleno de amistad, amor y respeto. Y esa fue su mayor lección de todas.
FIN.