La Gran Aventura Espacial de Iker, Tessa y Max



Era una noche tranquila en la casa de Iker, un niño con una imaginación desbordante. Estaba soñando cuando de repente, un mágico destello de luz iluminó su habitación. Iker se despertó de golpe y vio que Tessa, su hermana de dos años, estaba junto a él con su osito y Max, su fiel perro, moviendo la cola emocionado.

"¿Dónde estamos, Iker?" - preguntó Tessa con su vocecita.

"Estamos a punto de embarcarnos en una aventura espacial, Tessa. ¡Vamos a conocer el sistema solar!" - respondió Iker, lleno de energía.

Con un parpadeo, se encontraron dentro de una nave espacial brillante y colorida. Iker tomó la delantera, mientras Max ladraba emocionado, como si supiera que era el comienzo de algo increíble.

Al activar los controles, Iker se dio cuenta de que la nave tenía un mapa estelar que mostraba cada planeta del sistema solar. ¡Cada uno más fascinante que el anterior!"¿El primero es Mercurio?" - preguntó Tessa, mirando el mapa con curiosidad.

"Sí, pero es muy caliente. ¡Debemos tomar cuidado!" - advirtió Iker mientras ajustaba la nave hacia su primera parada.

Cuando aterrizaron, se encontraron con un pequeño robot llamado Rolo.

"¡Hola! Soy Rolo, el guardián de Mercurio. ¿Quieren jugar a un juego de adivinanzas?"

Max ladró, como si estuviera de acuerdo. Iker y Tessa aceptaron entusiasmados. Rolo les hizo preguntas sobre los planetas. Juntos aprendieron que Mercurio es el planeta más cercano al sol y que su temperatura puede ser extremadamente caliente.

"¡Vamos a otro planeta!" - gritó Tessa, brincando de alegría.

Despegaron hacia Venus, donde conocieron a Venusia, una simpática chica que vivía en un jardín lleno de flores que brillaban como estrellas.

"¿Quieren aprender sobre la fotosíntesis?" - preguntó Venusia mientras les mostraba cómo las plantas convierten la luz del sol en energía.

Iker sonrió, anotando en su mente todo lo que aprendía.

"Esto es genial, Tessa, ¡mirá cuántas cosas podemos descubrir juntos!" - dijo Iker.

Luego, continuaron su viaje hacia Marte, donde se encontraron con unos simpáticos marcianos que les enseñaron a jugar al 'fútbol flotante', un deporte que se jugaba en gravedad baja.

"¡Esto es divertido!" - gritó Tessa mientras saltaba y trataba de patear la pelota. Max corría detrás, ladrando felices.

Pero, de repente, hubo un pequeño problema. La nave comenzó a emitir un sonido raro. Iker se puso nervioso.

"¿Qué pasa?" - preguntó Tessa, mirando preocupada.

"¡Parece que se nos está quedando sin energía!" - respondió Iker, tratando de mantener la calma.

Max, siempre atento, olfateó un panel de energía de la nave.

"¡Buena idea, Max! ¡Quizás necesitemos recargar energía!" - exclamó Iker mientras se dirigían al próximo planeta.

Al llegar a Júpiter, se encontraron con un enorme gigante gaseoso.

"Aquí podemos usar los vientos fuertes para recargar la nave" - explicó Iker.

Con la ayuda de unos pequeños duendes que vivían en las tormentas de Júpiter, lograron recargar la energía de la nave.

"¡Gracias, amigos!" - sonrió Iker, aliviado.

Después de tempestades en Júpiter, siguieron hacia Saturno.

"¡Mirá los anillos!" - dijo Tessa fascinada.

"Vamos a aterrizar en una de sus lunas, se dice que ahí vive un sabio anciano llamado Saturno. Ella puede contarnos sobre el cosmos" - sugirió Iker, y así lo hicieron.

Saturno, una hermosa figura anciana, les habló sobre la importancia de cuidar el planeta Tierra y cómo cada uno tiene un papel en el universo.

"Recuerden que cada acción cuenta. Ustedes son los guardianes de su propio mundo" - les dijo Saturno.

"¡Lo haremos!" - prometieron Iker y Tessa al unísono.

Finalmente, era hora de regresar a casa. Iker miró a su hermana y a Max con una gran sonrisa.

"Hicimos nuevos amigos y aprendimos mucho en esta aventura tan especial. Nunca olvidaré lo que aprendimos"

"Yo tampoco, Iker. ¡Fue el mejor viaje de todos!" - dijo Tessa feliz.

"¡Guau!" - ladró Max, como si también se sintiera parte del viaje.

Y así, con su corazón lleno de alegría y su cabeza repleta de conocimientos, Iker, Tessa y Max volvieron a casa, donde estaban listos para compartir su experiencia y seguir cuidando su planeta Tierra.

FIN.

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