La Gran Aventura Nocturna de la Granja
Era una tranquila noche en la granja del Sr. López. Las estrellas brillaban en el cielo y la luna iluminaba el corral. Pero, aunque todo parecía en calma, algo emocionante estaba a punto de ocurrir. Las gallinas, siempre curiosas, comenzaron a notar un movimiento extraño.
"¿Vieron eso?" - preguntó Clara, la gallina más sabia del corral, mientras sus plumas brillaban bajo la luz de la luna.
"Yo vi algo moverse cerca del estanque... ¿Qué podría ser?" - comentó Gonzalo, un ganso aventurero con plumas blancas y un corazón valiente.
Decidieron investigar. Con mucho sigilo, se acercaron al estanque. Allí, entre la sombra de un árbol, se asomaba la comadreja Merlín, que siempre estaba buscando algo para comer.
"¡Hola! No se asusten, no soy un peligro... solo busco un poquito de comida" - dijo Merlín, con su voz suave y amistosa.
Las gallinas y gansos se miraron entre sí, dudando de si confiar en la comadreja. Clara, la más sabia, decidió hablar.
"¿Y qué buscas exactamente, Merlín?" - preguntó Clara.
"Busco huevos. He escuchado que aquí hay los más deliciosos de toda la granja" - respondió Merlín, lamiéndose los labios.
Los gansos se volvieron nerviosos. No querían que la comadreja se comiera los huevos de sus amigas. Entonces, Gonzalo tuvo una idea brillante.
"¡Podemos ayudarlos! Si nos llevas a una aventura, quizás te podamos ofrecer una relación amigable y de mutuo beneficio" - sugirió con esperanza.
Merlín, intrigada, aceptó la propuesta.
"¡De acuerdo! He oído rumores sobre un lugar en el bosque donde hay un manantial mágico. Allí las criaturas pueden obtener lo que desean de manera amistosa y sin hacer daño" - dijo Merlín, emocionada.
Así, comenzaron su aventura. Las gallinas y gansos siguieron a Merlín por un camino secreto que llevaba al corazón del bosque. Mientras caminaban, Merlín les compartió anécdotas sobre su vida.
"Siempre he tenido mala fama porque los demás animales creen que soy astuta y peligrosa, pero solo busco la manera de sobrevivir" - confesó la comadreja.
Clara, sintiendo pity por ella, le respondió:
"Todos merecemos una oportunidad. Tal vez, si nos muestras tu lado amable, podremos ser amigos".
Al llegar al manantial, la luna reflejó su luz sobre el agua cristalina.
"Aquí es donde los deseos se hacen realidad!" - exclamó Merlín, saltando de emoción.
Los animales se miraron intrigados.
"Si de verdad quieren ser amigos, tendríamos que probarlo. ¿Qué desean?" - preguntó Gonzalo, sintiendo una chispa de esperanza en su corazón.
"Deseo ser aceptada y no juzgada solo por mi apariencia" - dijo Merlín, con sinceridad en sus ojos.
Las gallinas y gansos se dieron la pata y el ala, y decidieron unirse a ella.
"Y nosotras deseamos que nunca más tengamos que temer a lo desconocido y construir amistades" - respondieron al unísono.
En ese momento, el manantial brilló intensamente y una brisa suave sopló a su alrededor. Cuando el resplandor cesó, Merlín había cambiado: ya no parecía una comadreja astuta, sino una amiga leal.
- “¡Esto es increíble! Ahora puedo ver el mundo a través de los ojos de un amigo” - dijo Merlín.
Desde aquel día, Merlín se convirtió en parte de la granja. Compartía risas, cuentos y aprendió a cuidar a los huevos junto a las gallinas. Con el tiempo, el estigma que la rodeaba se desvaneció y comenzó a ser conocida como la comadreja más valiente y fiel de la granja.
Y así, en aquella granja, todos aprendieron que no se puede juzgar a un libro por su portada y que la amistad puede florecer en los lugares más inesperados. Cada noche, Clara, Gonzalo y Merlín se reunían junto al estanque, recordando su gran aventura nocturna y viviendo felices, libres de miedos, y compartiendo un lazo fuerte e indestructible. La luna les sonreía, sabiendo que habían encontrado el verdadero significado de la amistad.
FIN.