La gran batalla por la galletita de chocolate



Una tarde soleada, en la cocina de una casa amigable, había una galletita de chocolate que se había caído al suelo. Flash, una cucaracha ágil y juguetona, estaba muy interesada en esa deliciosa galletita.

-Tenés que irte, ¡es mía! -gritó Rato, un pequeño ratón que también había puesto el ojo en la galletita irresistible.

-Pero yo la vi primero, ¡así que me pertenece! -replicó Flash, con su antena moviéndose de un lado a otro.

Ambos estaban dispuestos a luchar por el tesoro. La galletita brillaba bajo el rayito de sol que se colaba por la ventana, y el aroma del chocolate llenaba el aire.

-Eh, ¿por qué no hacemos un trato? -sugirió Rato, intentando sonar más amigable. -Si compartimos la galletita, ambos podremos disfrutarla.

-Ni en sueños, ¡no pienso compartirla con un ratón! -respondió Flash, decidida a ganar.

Justo cuando estaban a punto de lanzarse hacia la galletita, un pequeño gato apareció en la cocina. Era Flink, el ágil gato que siempre estaba buscando algo para jugar. Flash y Rato se miraron con preocupación, ya que el gato era conocido por ser un cazador experto.

-¡Rápido! -dijo Rato-. Si no hacemos algo, el gato se llevará nuestra galletita.

Ambos, dejando de lado su disputa, corrieron juntos hacia la galletita. Al mismo tiempo, Flink se aproximaba, curioso por el bullicio que hacían.

-¡Ahora o nunca! -gritó Flash. -¡Yo empujaré la galletita y vos la agarras!

-¡Pero no puedo hacer eso! ¡Es mucho más pesada que yo! -protestó Rato.

-¡Solo confía en mí! -insistió Flash. Así, uniendo fuerzas, la cucaracha comenzó a empujar la galletita mientras el ratón la jalaba.

-¡Ayudadme un poco más! ¡Casi la tenemos! -dijo Rato mientras usaba todas sus fuerzas.

Finalmente, lograron mover la galletita lo suficiente para que quedara afuera del alcance del gato. Flink, confundido, se detuvo y observó.

-¿Qué hacen esos dos? -murmuró el gato, frunciendo el ceño.

-Deberíamos escondernos -sugirió Rato, mirando hacia donde estaba Flink.

Ambos se escondieron detrás de una caja, asomándose de vez en cuando para ver si el gato se había ido. Después de unos minutos, Flink decidió jugar en otra parte de la casa.

-¡Lo logramos! -celebró Flash.

-¡Sos una gran compañera! -dijo Rato, sonriendo a la cucaracha. -Aunque somos diferentes, trabajamos muy bien juntos.

-Tenés razón, Rato. Tal vez no sea buena idea pelear por una galletita. -se estremeció Flash.

En un momento de reflexión, ambos miraron la galletita.

-¿Qué te parece si la compartimos, a pesar de nuestra pelea? -sugirió Rato, mostrando su mejor sonrisa.

-¡Me encantaría! -respondió Flash. -Pero, primero, tenemos que asegurarnos de que no vuelva el gato.

Así que se turnaron en un divertido juego, escondiendo la galletita y disfrutando de pequeñas migajas mientras contaban historias entre ellos.

A medida que pasaba el tiempo, Rato y Flash se convirtieron en buenos amigos. La galletita se había convertido solo en una parte de su historia. **Con cada bocado, aprendieron una valiosa lección: la unión y la amistad son más valiosas que cualquier galleta.**

Desde entonces, siempre se ayudaban mutuamente, compartiendo no solo galletitas, sino también risas y buenos momentos.

FIN.

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