La Gran Broma de las Letras
Había una vez en un pequeño colegio de Argentina, un grupo de letras que vivían en el Patio de la escuela. Entre ellas se encontraban las consonantes y las vocales mayúsculas.
Cada día, jugaban y se divertían mientras los niños estaban en clases. Un día soleado, mientras jugaban a la rayuela, las vocales mayúsculas desaparecieron misteriosamente. Las consonantes quedaron muy preocupadas y comenzaron a buscarlas por todas partes. Corrieron hacia el maestro para contarle lo sucedido.
El maestro, Don Carlos, era un hombre sabio y amable. Escuchó atentamente a las consonantes y les prometió que haría todo lo posible para encontrar a sus amigas las vocales mayúsculas.
Don Carlos reunió a todos los niños del colegio en el Patio y explicó lo sucedido. Les pidió ayuda para encontrar a las vocales mayúsculas perdidas. Los niños asintieron emocionados y comenzaron la búsqueda. Los primeros en investigar fueron los hermanos RRR: Roberto, Ramiro y Romina.
Ellos eran muy valientes y decididos. Buscaron entre los arbustos del jardín, pero no encontraron ninguna vocal mayúscula. Luego fue el turno de Juanito JJJ, quien era muy curioso e inteligente.
Él revisó cada rincón del patio con su lupa, pero tampoco tuvo éxito en la búsqueda.
Después se sumaron María MMM y Marta MMMM; dos niñas muy creativas que pensaron que tal vez las vocales mayúsculas se habían escondido dentro de algún juego o rompecabezas del colegio. Pero, una vez más, no encontraron ninguna pista. Los niños estaban desanimados y preocupados. No sabían qué más hacer para encontrar a las vocales mayúsculas.
Entonces, apareció Sofía SSSS, una niña muy observadora que notó algo extraño en el suelo del patio. - ¡Chicos! ¡Vengan rápido! -gritó Sofía emocionada. Todos corrieron hacia ella y vieron que había letras escritas en el suelo. Eran las vocales mayúsculas perdidas: A, E, I, O y U.
- ¡Las encontramos! -exclamaron los niños felices. Don Carlos les explicó que las vocales mayúsculas se habían caído del cartel de bienvenida al Patio y se habían escondido entre la tierra para jugar una broma a todos.
Las consonantes comprendieron que todo era un juego divertido y perdonaron a las vocales por asustarlos tanto. Desde ese día, todas las letras del colegio aprendieron la importancia de trabajar juntas y ayudarse mutuamente.
Comprendieron que cada letra tiene un papel importante en la formación de palabras y frases. Y así, el Patio de la escuela volvió a ser un lugar lleno de risas y juegos donde todas las letras vivían en armonía.
FIN.