La Gran Búsqueda de Aarón



En una inmensa ciudad llena de luces brillantes y ruidos emocionantes, vivían dos amigos inseparables, Aarón y Elian. Compartían todo: risas, juegos y también los pequeños momentos del día a día. Un caluroso día de verano, Aarón decidió salir a comprar algunos dulces que tanto le gustaban. Mientras recorría las coloridas calles, se distrajo mirando un escaparate repleto de juguetes. Cuando Aarón finalmente se dio cuenta del tiempo que había pasado, miró a su alrededor y se dio cuenta de que no sabía cómo regresar a casa.

"Oh no, ¿dónde estoy?" - se dijo Aarón, mirando las altas terrazas y las numerosas calles que parecían cruzarse en mil direcciones.

Meanwhile, en su casa, Elian notó que Aarón tardaba más de lo esperado.

"¿Dónde estará Aarón?" - se preocupó Elian, mirando por la ventana.

Decidido a ayudar a su amigo, Elian salió a recorrer la ciudad.

Mientras tanto, Aarón trataba de recordar el camino de regreso.

"Quizás deba preguntar a alguien, pero... ¡no conozco a nadie!" - pensó, sintiéndose un poco asustado.

Aarón decidió acercarse a una amable señora que estaba sentada en una banca del parque.

"Disculpe, señora, ¿podría ayudarme a encontrar el camino a casa?" - preguntó Aarón con un hilo de voz.

"Claro, querido. Dime, ¿cuál es tu dirección?" - respondió la señora sonriendo.

Aarón le dijo su dirección, mientras la señora le dibujaba un mapa con las manos. Pero estaba tan concentrado en la conversación que, al despedirse, olvidó tomar en cuenta un detalle importante: ¡no había prestado atención al mapa!"¡Ay, qué tonto soy!" - se dijo Aarón, sintiéndose más perdido que antes.

Por su lado, Elian continuaba su búsqueda. Recorrió la plaza central, donde había muchos niños jugando y gente riendo. Fue a un café, consultó a los dueños y a los clientes.

"¿Han visto a mi amigo Aarón?" - preguntó con preocupación.

Después de un rato, Elian se topó con un grupo de niños que jugaban y decidió preguntarles.

"¿Chicos, han visto a Aarón? Es alto, tiene el cabello rizado y ojos brillantes".

"Sí, lo vimos pasar mientras corría detrás de un globo" - dijo uno de los peques.

El corazón de Elian dio un vuelco.

"¡Gracias!" - respondió emocionado.

Siguió a los niños hasta donde habían visto a Aarón. Mientras tanto, Aarón, preguntándose si Elian vendría a buscarlo, decidía no rendirse.

"Si no puedo volver, tendré que explorar un poco más. Quizás haya algo genial por descubrir en esta ciudad" - se animó a sí mismo.

De pronto, escuchó risas cerca de una fuente. Se acercó y vio a varios niños que jugaban, salpicándose y riendo. Aarón recordó su niñez y no pudo evitar unirse al juego.

"¡Hola, yo soy Aarón! ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó con una gran sonrisa.

"¡Claro!" - gritaron todos. Jugaron juntos, riendo y divirtiéndose, pero en el fondo, Aarón seguía pensando en Elian.

Mientras tanto, Elian finalmente encontró el globo que Aarón había estado persiguiendo, atrapado en un árbol.

"¡Eso es! Si Aarón sigue el globo, lo encontraré seguro!" - exclamó Elian, mirando hacia arriba y pidiendo ayuda a unos hombres que pasaban por allí.

En poco tiempo, los hombres ayudaron a Elian a liberar el globo, y les indicó que siguieran la dirección de la corriente que llevaba.

"¡Vamos, atrás de ese globo!" - ordenó Elian lleno de determinación.

Mientras corrían, el aire fresco les llenaba los pulmones. Ya casi agotados, vislumbraron una gran fuente llena de risas y sonidos de juego. Ambos corrieron sin parar, y al llegar, Elian encontró a Aarón en el agua.

"Aarón!" - gritó Elian, agitando los brazos.

Aarón, que se había estado divirtiendo, se dio vuelta y lo vio.

"¡Elian! ¡Te encontré!" - exclamó felizmente, saliendo del agua.

"No sabe cuánto me preocupé, amigo. Nunca más te alejes sin decirme" - dijo Elian, con una mezcla de alivio y enfado, pero más que nada, la felicidad de ver a su amigo.

"Lo siento, me dejé llevar por la emoción. ¡Pero mirá lo divertido que fue!" - contestó Aarón, riendo mientras se sacudía.

Desde ese día, Aarón y Elian aprendieron algo importante: la próxima vez, nunca olvidarán a ser responsables y contar sus planes el uno al otro. En la inmensidad de la ciudad, la amistad es el mejor mapa que uno puede tener.

Y así, estos dos amigos continuaron viviendo muchas aventuras juntos, pero siempre asegurándose de que nunca se separen demasiado. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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