La Gran Búsqueda del Amor
Era un soleado día en el aula de preescolar, y los niños estaban entusiasmados porque la profe Lila les había prometido una actividad especial.
"Hoy vamos a hacer algo divertido: una búsqueda del tesoro en la clase", dijo la profe Lila con una gran sonrisa.
Los pequeños, emocionados, comenzaron a saltar y a aplaudir.
"Pero no será cualquier tesoro, será un tesoro lleno de amor y honestidad", agregó ella.
Los niños se miraron entre ellos, preguntándose qué significaba eso.
"¿Cómo se ve un tesoro de amor?", preguntó Tomi, un niño de cabellos rizados.
"Un tesoro de amor es un abrazo, una sonrisa o una palabra amable", explicó Lila.
"Y la honestidad es decir siempre la verdad, aun cuando es difícil", añadió.
A los niños les encantó la idea y empezaron a buscar pistas en toda el aula.
La primera pista los llevó a la biblioteca. Al revisar entre los libros, encontraron una pequeña nota que decía: "Para encontrar el siguiente tesoro, deben compartir su alegría con un amigo".
"¡Vamos a contar un chiste!", propuso Sofía, una nena de vestidos coloridos.
Y así, Tomi y Sofía comenzaron a contar chistes, riéndose a carcajadas.
"¡Eso es compartir alegría!", gritó Pepe, un niño siempre muy serio.
Al encontrar el próximo mensaje, decían: "El amor se encuentra en los abrazos. Vayan a su Rincón de los Abrazos".
Los niños corrieron hacia aquel rincón y comenzaron a abrazarse unos a otros. Todos se sentían felices y cálidos.
"¡Esto es el verdadero amor!", dijo Sofía, mientras abrazaba a su amiga Claudia.
Después de varios mensajes, los niños llegaron a una gran caja decorada con colores brillantes en el patio del jardín.
"¡Hemos llegado al tesoro!", exclamó Tomi mientras abría la caja emocionado.
Dentro de la caja encontraron un montón de corazones de papel y una nota que decía: "El amor y la honestidad son los verdaderos tesoros de nuestras familias. ¡Cuídalos siempre!"
Los niños se miraron, comprendiendo que el verdadero tesoro no era solo el papel, sino todo lo que había pasado en su búsqueda.
"¿No es hermoso amar y ser honestos con nuestros amigos y familias?", preguntó Sofía.
"Sí, siempre hay que ser honesto, aunque asuste un poco", respondió Tomi.
"Y más vale ser honesto que esconderse", agregó Pepe, ahora más sonriente.
Volvieron al aula llenos de alegría y decidieron hacer una carta para sus familias.
"Voy a contarle a mi mamá y a mi papá lo mucho que los quiero", dijo Sofía, mientras comenzaba a dibujar.
Haciendo cada uno su carta, entendieron que el amor más grande se siente en casa.
Al final del día, cada niño se fue a su hogar con el corazón lleno de amor y honestidad, listos para contarle a sus familias sobre la bella búsqueda que habían hecho.
Y así, en el aula de preescolar, los pequeños aprendieron que el amor y la honestidad son el mejor de los tesoros, tesoros que hay que cuidar siempre.
Desde ese momento, siempre que se abrazaban, recordaban la importancia de esos dos mágicos valores.
FIN.