La Gran Búsqueda del Huevo Perdido



Era una hermosa mañana en la granja de Don Pedro. El sol brillaba y los animales disfrutaban del frescor del rocío. Quica, una gallina muy charlatana, estaba sentada en su nido, lista para salir a buscar su huevo.

- ¡Buenos días, Quica! - saludó Pepa, la oveja, que se acercó saltando felizmente.

- ¡Hola, Pepa! ¿Quieres dar una vuelta conmigo? - respondió Quica mientras sacudía sus plumas.

Las dos amigas decidieron hablar sobre las flores del campo y los chismes del corral, y se olvidaron completamente de un asunto muy importante: el huevo que Quica había dejado en el nido.

Cuando Quica recordó que su huevo aún estaba allí, se puso muy nerviosa:

- ¡Ay, no puede ser! ¡Perdí mi huevo! - exclamó Quica, mirando a su alrededor con angustia.

Pepa se preocupó y dijo:

- ¡No te preocupes, Quica! Lo vamos a encontrar juntas. ¡Vamos a buscarlo!

Así que las dos se pusieron en marcha. Primero, revisaron el gallinero, pero no había rastro del huevo.

- ¿Viste que a veces esos gatos traviesos se llevan cosas? - dijo Pepa curiosa.

- ¡Es verdad! - respondió Quica.

Sin embargo, tras preguntar a los gatos sobre el huevo, descubrieron que estaban demasiado ocupados jugando entre ellos y no sabían nada del asunto. Decidieron que era hora de mirar en el campo.

Mientras buscaban, se cruzaron con el pato Ramón, que estaba nadando en el charco cercano.

- ¡Hola, Ramón! ¿Has visto mi huevo? - le preguntó Quica.

- No, pero puedo ayudar. ¿Dónde lo dejaste? - inquirió Ramón.

- En mi nido, pero ahora no tengo idea de dónde está. - respiró Quica, con un tono de preocupación.

- No te preocupes, Quica. ¡Te ayudaremos a buscarlo! - dijo Ramón, saltando del agua.

Juntos, los tres amigos decidieron buscar por toda la granja. Revisaron bajo los arbustos, entre las flores y hasta miraron dentro del gallinero nuevamente. Pero nada, el huevo no estaba.

- Esto no tiene sentido. - cocoricoó Quica, frustrada.

Entonces, de repente, Pepa tuvo una idea:

- ¡Esperen un momento! Quica, ¿no dijiste que te pusiste a hablar con Pepa antes de dejar el huevo? Tal vez lo dejaste en el camino.

- ¡Eso es! - gritó Quica emocionada. - ¡Vamos de regreso!

Así, los tres amigos regresaron por el sendero, revisando cuidadosamente cada lugar por el que habían pasado. ¡Y, oh sorpresa! Entre el heno del establo, ahí estaba el huevo, brillante y redondito.

- ¡Lo encontré! - gritó Quica, saltando de alegría.

- Sí, y todo gracias a que trabajamos en equipo. - dijo Ramón con una sonrisa.

- ¿Ven lo que se puede lograr cuando nos ayudamos? - reflexionó Pepa.

Quica abrazó a sus amigos y dijo:

- ¡Gracias, amigos! Aprendí que aunque a veces uno se distrae y pierde cosas, siempre es mejor pedir ayuda a los amigos. ¡Nunca más olvidaré cuidar de mi huevo!

Y así, la aventura concluyó con risas y un gran abrazo entre ellos, celebrando la amistad y la importancia de ayudar a los demás.

FIN.

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