La Gran Carrera de la Amistad



En un colorido pueblo, donde los días eran siempre soleados y las flores brillaban como estrellas, vivían dos grandes amigos: Largo, un simpático flamenco que se destacaba por su altura, y Corto, un pequeño y ágil pingüino. A pesar de ser tan diferentes, compartían una amistad inquebrantable y siempre se apoyaban en todo.

Un día, mientras exploraban cerca del río, escucharon a los habitantes del pueblo hablando sobre una gran carrera que ocurriría en una semana. '-¡La Gran Carrera de la Amistad!', exclamó un tucán. '-Se espera que todos participen!', añadió una tortuga.

Largo, emocionado, le dijo a Corto: '-Deberíamos participar, ¡sería una gran aventura!'. Pero Corto, un poco inseguro, contestó: '-Pero yo soy muy pequeño y lento. Tal vez no debería participar.'

Largo lo miró con una sonrisa y le dijo: '-No te preocupes, amigo. ¡Podemos entrenar juntos! Yo te ayudaré a encontrar tu ritmo y tú me enseñarás a ser más ágil!'.

Ambos comenzaron a entrenar todos los días. Largo corría a gran velocidad, mientras que Corto intentaba seguirle el paso. '-¡Vamos, Corto, puedes hacerlo!', animaba Largo. Aunque a veces Corto se sentía desanimado, nunca dejó de intentar, porque sabía que tenía a su amigo a su lado.

Con cada entrenamiento, Corto se volvía más rápido y Largo más ágil. Sin embargo, a medida que se acercaba el día de la carrera, Largo se empezaba a sentir ansioso por su altura. '-¿Qué pasa, Largo?', preguntó Corto un día. '-No sé si podré ganar. Todos los demás son tan rápidos y ligeros.', confesó Largo.

Corto, recordando su propio miedo antes de empezar a entrenar, le dijo: '-Lo importante no es ganar, amigo. ¡Es participar y disfrutar! ¡Vamos a darlo todo!'.

El gran día llegó, y todos los animales del pueblo se reunieron para la carrera. Era un camino lleno de obstáculos: ríos, troncos y montañas pequeñas. Los competidores estaban emocionados, y el ambiente era electrizante. Largo y Corto se tomaron de la mano y se desearon suerte.

- '¡A la cuenta de tres!', gritó el tucán.

- '¡Uno, dos, tres! ¡A correr!', exclamaron todos al unísono.

Los corredores se lanzaron a la pista. Largo, con sus largas patas, saltaba los obstáculos con facilidad, mientras que Corto, usando su velocidad y agilidad, sorteaba los espacios más reducidos. En un momento, Largo se dio cuenta de que un gran tronco bloqueaba el camino. '-¡Corto, ayúdame, no puedo pasar por aquí!', dijo preocupado.

Corto, con su pequeño tamaño, pudo deslizarse bajo el tronco y llegó al otro lado. '-¡Vamos, Largo! ¡Nos vemos en la meta!', gritó.

Con la confianza de Corto, Largo empezó a creer en sí mismo. Ya no se sentía tan inseguro. Justo cuando estaban a punto de alcanzar la meta, vieron a otros animales estar muy cerca de ganarla. '-¡Corre, Corto!', dijo Largo. '-¡No te detengas!'

Pero Corto se detuvo y miró hacia atrás. '-No podemos dejar que nuestros amigos pierdan la confianza. ¡Vamos a ayudar a quienes se han caído!', proclamó. Largo asintió, y juntos se dieron la vuelta y fueron a ayudar a un pequeño conejo que había tropezado.

Después de ayudar al conejito, Largo y Corto continuaron corriendo hacia la meta. Aunque no llegaron en primer lugar, fueron recibidos con aplausos y sonrisas por todos los animales. '-¡Lo hicieron! ¡Qué gran amistad demostraron!', había dicho el tucán.

Largo y Corto se miraron y sonrieron. -'Sabes, Corto, creo que ganamos algo más importante que el primer lugar.', dijo Largo. -'Sí, Largo', respondió Corto con una expresión brillante. -'Ganamos el respeto y la confianza de nuestros amigos y, lo más importante, fortalecimos nuestra amistad.', concluyó Corto.

Desde ese día, todos en el pueblo aprendieron que lo más valioso no era ganar una carrera, sino tener amigos que te apoyen en cada paso del camino. Y así, Largo y Corto continuaron teniendo aventuras y explorando juntos, enseñando a los demás sobre la verdadera victoria: la amistad y la solidaridad.

Fin.

FIN.

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