La Gran Carrera de la Amistad



Era un día soleado en la escuela primaria "Los Arcoíris". Todos estaban emocionados porque se acercaba la Gran Carrera de la Amistad, un evento en el que cada clase debía colaborar para ayudar a un compañero que necesitara asistencia. El profesor Juan, conocido por su dedicación y amor hacia sus alumnos, había organizado todo con esmero.

"Recuerden, chicos –dijo el profesor Juan con entusiasmo–, este evento no solo se trata de correr rápido, sino de trabajar en equipo y ayudarnos los unos a los otros. ¡Eso es lo que hace que la amistad sea especial!"

La clase de cuarto grado, liderada por el profesor Juan, estaba lista para participar. Sin embargo, había un pequeño inconveniente: Lucas, un compañero que había sido nuevo en la escuela, se sentía un poco inseguro. Había estado luchando para adaptarse y hacer nuevos amigos.

Una tarde, mientras practicaban para la carrera, algunos de los alumnos comenzaron a burlarse de él.

"No sirves para esto, Lucas. Mejor quédate en la línea de salida" –decía Tomás, el que siempre quería ser el mejor en todas las actividades.

Pero la profesora Marta, que pasaba por allí, escuchó la conversación y decidió intervenir.

"Tomás, eso no está bien –dijo la profesora Marta con firmeza–. Lo que estás haciendo no solo es antipático, sino que va en contra de lo que significa ser un buen compañero. Todos estamos aquí para apoyarnos y animarnos. La carrera no se trata solo de quién llega primero, sino de cómo nos ayudamos entre nosotros".

Los demás niños, que habían estado mirando, empezaron a reflexionar sobre la situación. Lisa, una de las mejores amigas de Lucas, se acercó a él.

"No le hagas caso a Tomás, Lucas. Todos sabemos que eres un gran corredor. Lo importante es que lo intentemos juntos".

Lucas sonrió tímidamente, sintiéndose un poco mejor con el apoyo de Lisa. Implementando lo que había aprendido, ella les propuso a todos una idea brillante.

"¿Y si hacemos un equipo a prueba de todo? Así todos podemos correr y apoyarnos mutuamente.

- ¡Sí! Gran idea, Lisa! –dijo el profesor Juan–. Así podrán trabajar juntos y resolver cualquier inconveniente que se presente.

Los niños comenzaron a formar equipos y siguieron practicando con mucho entusiasmo. Aprendieron sobre la importancia de ayudarse y alentarse entre todos. Cada vez que uno de ellos se caía, los demás lo levantaban. Cada vez que uno se cansaba, los demás gritaban palabras de ánimo.

Finalmente, llegó el día de la Gran Carrera de la Amistad. Una multitud de padres, profesores y amigos se reunió para observar el evento. Cuando escucharon el disparo de inicio, todos los equipos salieron corriendo, pero el equipo de Lucas no se quedó atrás.

En la mitad de la carrera, Lucas tropezó y se cayó. Justo en ese momento, Tomás, con un gesto de sorpresa en su cara, se detuvo y regresó para ayudarlo a levantarse.

"Vamos, Lucas, ¡podés hacerlo! –gritó Tomás mientras le extendía la mano, olvidando la competencia y el ego que solía tener–. ¡Te ayudaré!"

Lucas miró a su alrededor y vio a sus compañeros alentándolo.

"Gracias, Tomás. Juntos podemos lograrlo".

Con el apoyo del equipo, Lucas se levantó y continuaron corriendo. Al final, aunque no llegaron en primer lugar, el equipo de Lucas fue recibido con aplausos y vítores.

Los chicos se dieron cuenta de que lo importante no era ganar, sino disfrutar del momento y apoyarse mutuamente.

Tras la carrera, el profesor Juan habló con sus alumnos.

- Estoy muy orgulloso de todos ustedes. Hoy demostraron el verdadero significado de la amistad y la ética. Ayudarse y apoyarse unos a otros es lo más valioso que podemos aprender, tanto en la vida como en la escuela".

Los chicos sonrieron y se dieron cuenta de que habían hecho un gran progreso no solo como corredores, sino como amigos. Desde ese momento, la clase de cuarto grado siempre se apoyó mutuamente en todo, ya sea en los estudios, en los deportes o en cualquier otra actividad. Y así, en la escuela "Los Arcoíris", la amistad creció más y más, iluminando los corazones de cada uno de sus alumnos.

FIN.

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