La Gran Carrera de la Esperanza
Había una vez en el CEIP El Tablero una clase muy especial llamada 4C. Todos los niños y niñas de esta clase eran muy unidos y siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás.
Un día, la maestra, la señorita Marta, les contó a sus alumnos sobre la leucemia infantil, una enfermedad que afecta a muchos niños en todo el mundo.
Los ojos de los pequeños se llenaron de tristeza al escuchar las dificultades que enfrentaban estos valientes luchadores.
Entonces, Mateo levantó su mano y preguntó: "Señorita Marta, ¿podemos hacer algo para ayudar a esos niños?"La señorita Marta sonrió y respondió: "¡Claro que sí! Podemos organizar una carrera solidaria para recaudar fondos y ayudar a los niños con leucemia". Los ojos de todos se iluminaron ante esa idea emocionante. Decidieron llamarle "Carrera por la Vida" y comenzaron a planificarla con entusiasmo.
Los días pasaron rápidamente mientras preparaban carteles, enviaban invitaciones a familias y amigos e incluso aprendían sobre cómo llevar un estilo de vida saludable para cuidar su propio cuerpo. El día de la carrera finalmente llegó.
El sol brillaba en el cielo y las calles estaban llenas de personas listas para correr por una buena causa. Todos vestían camisetas blancas con el logo de "Carrera por la Vida". En ese momento apareció Tomás, un niño nuevo que había llegado hace poco al colegio.
Era tímido pero tenía muchas ganas de participar en la carrera. Sin embargo, había olvidado su camiseta en casa. La señorita Marta se acercó a Tomás y le dijo: "No te preocupes, Tomás. La solidaridad no se mide por una camiseta. Puedes correr con nosotros igualmente".
Tomás sonrió y agradeció a la señorita Marta por su amabilidad. Se unió al grupo y juntos comenzaron la carrera.
A mitad del recorrido, los niños vieron algo sorprendente: Lucas, uno de sus compañeros que solía ser muy competitivo, se había quedado atrás junto a otro niño llamado Juanito. -¡Lucas! ¿Por qué te has detenido? -preguntó Mateo sorprendido. -Verán... Juanito está cansado y no puede seguir corriendo -respondió Lucas-. No quería dejarlo solo.
Los demás niños también decidieron detenerse para ayudar a Juanito. Lo rodearon con cariño y le dieron ánimos para continuar. Finalmente, cruzaron todos juntos la línea de meta entre aplausos y lágrimas de emoción.
Habían demostrado que el espíritu solidario era más importante que ganar una carrera. Después de la carrera, los padres y vecinos se acercaron para felicitar a los valientes corredores. Al ver todo el apoyo recibido, los niños de 4C sintieron una gran alegría en sus corazones.
Gracias a la generosidad de todos, lograron recaudar mucho dinero para ayudar a los niños con leucemia infantil. Ese día aprendieron que cada pequeña acción podía marcar una gran diferencia en la vida de los demás.
Desde ese momento, la clase de 4C siguió organizando eventos solidarios para ayudar a diferentes causas. Siempre recordaron aquel día en el que corrieron juntos por la vida y demostraron que el amor y la solidaridad pueden cambiar el mundo.
Y así, esta historia inspiradora nos enseña que no importa cuánto dinero tengamos o qué tan rápido corramos, lo más importante es estar dispuestos a tender una mano amiga cuando alguien lo necesita.
FIN.