La Gran Carrera de la Selva



En lo profundo de la selva amazónica, donde los árboles son altos y las frutas están siempre maduras, vivían un grupo de animales amigos: Tito el tucán, Lila la jaguaresita, Roco el perezoso y Maxi el mono. En un hermoso día soleado, Tito tuvo una idea maravillosa.

"¿Qué les parece si hacemos una gran carrera?" - dijo Tito emocionado, abriendo sus alas de colores.

"¡Suena genial!" - exclamó Lila, saltando de alegría.

"Pero... yo soy muy lento, no creo que pueda participar" - respondió Roco con un susurro, mirando hacia abajo, algo triste.

"No importa, Roco. Lo importante es participar y divertirnos. Además, podemos establecer diferentes categorías según nuestras habilidades", sugirió Maxi, balanceándose de rama en rama.

El grupo concordó que cada uno correrá según su estilo. Así que comenzaron a preparar la gran carrera. Mientras tanto, otros animales como Kika la serpiente, Tito el flamenco y Nené el tapir se unieron al evento. Todos estaban ansiosos para ver quién ganaría.

En el día de la carrera, la selva estaba llena de colores y emoción. Todos los animales se reunieron alrededor de un gran árbol para aplaudir a los competidores. El evento se inició con la categoría de velocidad. Primero fue Lila, quien corrió con gran agilidad entre las ramas y ganó rápidamente.

"¡Soy la más rápida!" - gritó Lila con orgullo.

Siguió Kika, quien con su elegante deslizamiento logró terminar en un tiempo impresionante.

"¡Lo hice! ¡Soy rápida en mi propio estilo!" - se regocijó Kika, luciendo satisfecha.

Luego fue el turno de Tito y Nené, quienes con su peculiar forma de hacer barra y bailar, lograron captar la atención de todos aunque no ganaran. Sin embargo, llegó el momento de Roco.

"¿Estás listo, Roco?" - le preguntó Tito, notando un brillo de duda en sus ojos.

"Sí... creo que sí..." - respondía Roco, sin mucha convicción.

Cuando la carrera comenzó, Roco se movía lentamente y mientras la mayoría de los otros animales daban saltos y corrían rápidamente, él se tomó su tiempo, disfrutando del entorno, observando el cielo y las hojas.

Los espectadores comenzaron a murmurar.

"Roco no va a llegar nunca" - dijo uno de los monos, riéndose.

Sin embargo, algo extraordinario sucedió en la carrera. A medida que pasaban los minutos, mientras todos se apresuraban, el pequeño perezoso seguía avanzando a su propio ritmo. De repente, se dio cuenta de que todos estaban muy ocupados compitiendo y no notaban las maravillas a su alrededor.

"Miren este hermoso flores, ¡qué colorido!" - exclamó Roco, deteniéndose para admirar una flor grande.

"¡Vengan a verlo!" - gritando, invitó a sus amigos a echar un vistazo.

A medida que avanzaba, Roco se encontró con otros animales que también se habían distraído de la carrera por la belleza de la selva. Algunos lo acompañaron, y todos juntos admiraron las maravillas que la selva tenía para ofrecer.

Cuando al final de la carrera, una sorpresa los esperaba. Roco no ganó el primer lugar, pero había sido el primero en lograr que otros animales apreciaran la belleza y la paz del lugar.

"¡Roco, has ganado algo más valioso que una carrera!" - dijo Tito, sonriendo.

"Has mostrado que disfrutar del camino puede ser mejor que llegar primero" - añadió Lila.

Roco se sintió feliz. Había demostrado que no se trata de ser el más rápido, sino de disfrutar las pequeñas cosas de la vida.

Al finalizar la carrera, los animales decidieron hacer un picnic para celebrar. Todos compartieron frutas y contaron historias sobre las maravillas que habían visto. Y desde entonces, Roco siempre participaba en las actividades de sus amigos, recordándoles que a veces es más importante disfrutar del viaje que llegar a la meta.

La selva continuó siendo un lugar de aventuras y amistad, y los amigos aprendieron valorarse unos a otros por sus cualidades únicas. Nunca más vieron a Roco como el que no corría rápido, sino como el que sabía disfrutar de la vida con cada pequeño paso.

Y así, la gran carrera de la selva se convirtió en una tradición que recordaron y celebraron cada año, con Roco siempre en el centro de las sonrisas y las enseñanzas inspiradoras para todos.

Desde entonces, cada vez que un animal se sentía triste o inseguro, los demás le recordaban: "¡No importa cómo corras, lo importante es disfrutar el camino!"

FIN.

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