La Gran Carrera de las Amazonas
En la antigua Grecia, en un reino lejano, vivían unas guerreras valientes y habilidosas conocidas como las Amazonas. Eran fuertes, audaces y siempre se ayudaban entre ellas. Cada año, organizaban una gran carrera para demostrar su destreza y velocidad. Este año, la carrera prometía ser especial, porque la ganadora recibiría un hermoso collar de oro que había pertenecido a la reina de las diosas.
Entre las competidoras, había dos Amazonas destacadas: Lira, una corredora rápida y elegante, y Zara, conocida por su determinación y fuerza. Ambas eran mejores amigas, pero cada una soñaba con ganar. Un día, mientras entrenaban, Lira le dijo a Zara:
"Siento que este año puedo ganar, he estado practicando mucho."
Zara sonrió y respondió:
"Yo también he estado entrenando duro. No será fácil, pero lo importante es que nos apoyemos. ¡Que gane la mejor!"
El día de la carrera llegó, y todo el pueblo estaba emocionado. Las Amazonas se alinearon en la línea de partida mientras los habitantes de la aldea vitoreaban y aplaudían. La carrera iba a cruzar un hermoso bosque y terminar cerca de un río cristalino. Todo estaba listo, ¡y comenzó la cuenta atrás!"¡Tres, dos, uno! ¡A correr!" gritó la jueza, y las Amazonas salieron disparadas.
Mientras corrían, Lira tomó la delantera. Pero a mitad de camino, cuando pasó junto a un hermoso arbusto lleno de flores, escuchó un pequeño gemido. Era un ciervo atrapado en unas ramas. Lira se detuvo en seco, sorprendida:
"¡Oh no! Debo ayudarlo."
Zara, que venía justo detrás, vio a su amiga detenerse.
"¡Lira! ¿Qué haces? ¡Se te va a escapar la carrera!"
"Pero el ciervo necesita mi ayuda. No puedo dejarlo así."
Zara se detuvo a su vez y se acercó a Lira.
"Yo te ayudaré. ¡Vamos!"
Las dos Amazonas trabajaron juntas para liberar al ciervo. Una vez libre, el animal tembloroso miró a sus salvadoras con gratitud y salió corriendo al bosque. Ambas Amazonas sonrieron satisfechas, pero sabían que habían perdido tiempo valioso.
"Ahora vamos, debemos apurarnos," dijo Lira, un poco desanimada.
Comenzaron a correr de nuevo, pero había un problema: no sabían por dónde ir. El camino se había desviado, y no podían ver marcas conocidas. Sin embargo, Zara respondió con valentía:
"Podemos seguir el sonido del río. ¡Confía en mí!"
Lira asintió y siguió a su amiga, que parecía tener una buena orientación. Al llegar a la orilla del río, vieron que había un puente, pero estaba un poco inestable.
"Debemos cruzarlo. ¡Es nuestra única opción!" dijo Zara.
"Pero si se quiebra, ¿qué haremos?" preguntó Lira.
"¡Confía! Cada una de nosotras es fuerte. ¡Podemos hacerlo juntas!"
Con determinación, avanzaron lentamente por el puente. Cuando llegaron al otro lado, pudieron ver la meta a lo lejos. Ambas empezaron a correr, pero pronto se dieron cuenta de que estaban codo a codo.
"¡Vamos, Lira! ¡No te rindas!" gritó Zara con energía.
"¡Sí! ¡No me detendré!" respondió Lira, sintiendo el espíritu de la competencia.
Llegaron las dos a la recta final al mismo tiempo. El pueblo estaba enloquecido, ambos lados animaban entre vítores. En un giro inesperado, Lira y Zara decidieron cruzar la línea de meta juntas, sin importar quién fue la primera.
"¡Lo hicimos!" gritaron al unísono, abrazándose.
La jueza se acercó con una sonrisa.
"Nunca hemos tenido una carrera así. Ustedes han demostrado que la amistad es más importante que ganar. Por eso, ambas recibirán el collar de oro."
Las Amazonas aplaudieron mientras Lira y Zara se miraron emocionadas, sabiendo que en su corazón, la verdadera victoria había sido ayudarse mutuamente. El día terminó con risas, cuentos de valentía y un lazo de amistad más fuerte que cualquier medalla.
Así, la Gran Carrera de las Amazonas se convirtió en una leyenda sobre el poder de la amistad y la ayuda desinteresada, un cuento que se transmitió de generación en generación en el reino de las guerreras, recordando que lo más importante no era el premio, sino compartir la aventura con quienes más amamos.
FIN.