La Gran Carrera de las Articulaciones



En un hermoso y colorido bosque, vivían seis amigos inseparables: Hombro, Codo, Tobillo, Rodilla, Muñeca y Cuello. Cada uno tenía su propio talento especial que los hacía únicos. Un día, decidieron organizar una gran carrera para demostrar que, unido, cualquiera puede alcanzar sus sueños.

- ¡Hagamos una carrera! - propuso Hombro, extendiendo su brazo hacia sus amigos. - Podemos ir de la colina más alta hasta el lago. ¡El que llegue primero será el más rápido del bosque!

Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a prepararse. Tobillo, siempre ágil, hacía giros y saltos, mientras Rodilla se estiraba y flexionaba para calentar. Hombro movía sus brazos en círculos, Cuello miraba hacia el horizonte, y Codo movía su parte en zigzag, bailando alegremente.

- ¡Lista la línea de salida! - dijo Muñeca mientras se acomodaba. - ¡A la cuenta de tres, todos listos! ¡Uno... dos... ¡tres! ¡A correr!

Los amigos comenzaron a correr, pero pronto se dieron cuenta de que cada uno tenía su ritmo. Hombro iba veloz, pero Codo empezó a saltar por el camino.

- ¡Eh, Hombro, espera un poco! - gritó Codo mientras se reía. - ¡No vale correr tan rápido sin que el resto te alcance!

- Tienes razón - respondió Hombro con una sonrisa. - Vamos juntos, así todos disfrutamos. ¡Recuerden que es un trabajo en equipo!

Así que decidieron correr a un ritmo más tranquilo. Sin embargo, en el camino había un gran obstáculo: un arroyo.

- ¡No puedo saltar tan lejos! - dijo Tobillo, asustado de ver el agua.

- Pero yo puedo ayudarte, amigo - dijo Rodilla, acercándose hasta él. - Por favor, subí sobre mi espalda y saltamos juntos, ¡será mucho más fácil!

Tobillo se subió sobre Rodilla y, con un gran salto, cruzaron el arroyo. Todos aplaudieron, animando su valentía, pero ahora era el turno de Muñeca.

- ¡Oh no, el tronco caído! No puedo pasar - se quejó Muñeca, mirando la gran tronco que bloqueaba el camino.

- Yo puedo impulsarte, Muñeca - dijo Cuello, estirándose hacia adelante. - Ven, súbete a mí y yo te ayudaré a saltar sobre el tronco. ¡Vamos, que tú podés!

Muñeca sonrió al ver la generosidad de Cuello y, al hacerlo, se sintió más valiente. Se subió a él y juntos superaron el obstáculo, llenos de alegría.

Mientras continuaban, se dieron cuenta de que ya era tarde y que la carrera no importaba tanto como su amistad y colaboración. Cuando finalmente llegaron al lago, todos estaban cansados pero felices.

- ¡Hemos llegado! - exclamó Hombro. - Pero creo que lo más importante no es quién ganó, sino que lo hicimos juntos.

Todos asintieron.

- ¡Sí! Este día fue increíble - dijo Codo. - Juntos, somos más fuertes, y eso vale mucho más que cualquier trofeo.

- ¡A brindar por la amistad! - agregó Tobillo, levantando una hoja que habían encontrado en el camino.

Y así, en la orilla del lago, bajo la luz del sol poniente y rodeados de risas, los amigos celebraron su día. La Gran Carrera de las Articulaciones se convirtió en una tradición, un día para recordar que juntos podían superar cualquier obstáculo.

Desde entonces, cada vez que se enfrentaban a un reto, recordaban cómo, con el apoyo de sus amigos, podían lograrlo todo. Así, siguieron disfrutando de su amistad, corriendo por el bosque y ayudándose en cada paso del camino.

FIN.

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