La Gran Carrera de las Frutas



En una colorida y bulliciosa granja llamada 'La Granja Pomelo', vivían muchas frutas que tenían una gran pasión: ¡las carreras! La más veloz de todas era la famosa Naranja, conocida por su energía y alegría. Pero había un problema: la Sandía, un poco más lenta pero muy astuta, quería ganarle la carrera a toda costa.

Un día, las frutas decidieron organizar una gran carrera. Todos estaban muy emocionados, ¡incluso el viejo Tomate que siempre decía que ya no podía participar!"¡Yo estoy listo!" - gritó la Naranja entusiasmada.

"Pero yo voy a ganar, Naranja!" - respondió la Sandía con una sonrisa traviesa.

Al escuchar esto, la Naranja se le acercó y le dijo:

"¿Estás segura, Sandía? Eres un poco más lenta..."

La Sandía contestó, confiada:

"No subestimes mi inteligencia. A veces, pensar es más rápido que correr!"

Y así, se prepararon para la carrera. El día del evento, todas las frutas estaban listas en la línea de partida. El Cereza, actuando como juez, gritó:

"¡En sus marcas, listos, fuera!"

Las frutas comenzaron a correr. La Naranja saltaba y giraba, se reía mientras avanzaba. La Sandía, por su parte, decidió utilizar su astucia. En vez de correr a toda velocidad, optó por tomar un atajo a través del campo de flores.

"¡Esto es pan comido!" - exclamó la Naranja mirando hacia atrás. Pero cuando giró, ¡no vio venir la trampa! La Naranja se quedó atrapada en un campo de espinas de un viejo Arbusto.

"¡Ay, no!" - gritó la Naranja.

"¿Necesitas ayuda?" - preguntó la Sandía, que llegó justo a tiempo.

"Si, por favor!" - respondió la Naranja.

La Sandía, pensando rápidamente, le dijo:

"Okay, escucha. Tienes que concentrarte y seguir mis instrucciones. ¡Estira tus brazos y trata de escapar!"

Con toda su energía, Naranja siguió las instrucciones de la Sandía, mientras que la Sandía empujaba con su gran peso. Finalmente, ¡lograron sacar a la Naranja del arbusto!"¡Gracias, Sandía! Sos la mejor!" - exclamó Naranja, respirando aliviada. Pero en el fondo, la Naranja todavía quería ganar la carrera.

Ambas frutas decidieron continuar corriendo juntas. Pero al poco tiempo, se dieron cuenta de que solas no llegarían lejos. Entonces la Sandía tuvo una idea.

"¿Y si hacemos un trato? Yo puedo hacer trampa y tirar a las demás frutas fuera de la carrera. ¿Qué decís?"

"¡Eso no está bien!" - protestó la Naranja.

"Pero podríamos ganar..." - insistió la Sandía.

"¡No! Ganar así no vale la pena. Lo importante es correr con amigos y divertirnos!"

La Sandía se quedó en silencio un momento y luego sonrió.

"Tenés razón. Vamos a correr con alegría, no importa el resultado."

Así que, juntas, comenzaron a correr de nuevo. Mientras lo hacían, se dieron cuenta de que eran más rápidas cuando se apoyaban mutuamente. Cada vez que una de ellas tropezaba, la otra la ayudaba a levantarse.

Cuando llegaron a la meta, se dieron cuenta de que era un gran grupo de frutas que estaba esperando.

"¡Felicidades a todos!" - anunció el Cereza. "Hoy todos ganaron porque corrieron de la mejor manera: ¡juntos!"

Y así, la Naranja y la Sandía aprendieron que la amistad es más importante que una carrera. Desde ese día, decidieron organizar más carreras, siempre recordando que, ganando o perdiendo, lo divertido era disfrutar el momento juntos como buenas amigas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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