La Gran Carrera de los Animales



Había una vez en un colorido bosque, un grupo de animales que decidió organizar una gran carrera para ver quién era el más rápido. El conejo, la tortuga, el ciervo y el pájaro eran los más entusiastas. Todos querían demostrar que ellos eran el mejor corredor.

"¡Yo seré el más veloz!" - dijo el conejo, haciendo piruetas de felicidad.

"No te confíes tanto, conejo. La velocidad no lo es todo", le advirtió la tortuga con calma.

"Claro que sí, lo importante es ser el primero", exclamó el ciervo.

"Pero también sería genial ayudar a otros a llegar, ¿no?" - añadió el pájaro que siempre veía el lado positivo.

El día de la carrera llegó, y todos los animales estaban emocionados. Habían preparado un camino lleno de obstáculos, y cada animal tenía su tarea:

"Yo saltaré todos los troncos" - afirmó el conejo.

"Yo iré en mi propio ritmo" - dijo la tortuga con una sonrisa.

"Yo correré entre los árboles y esquivaré los arbustos" - agregó el ciervo.

"Yo volaré alto y animaré a todos desde el cielo" - cantó el pájaro.

Cuando sonó la señal de inicio, el conejo salió disparado.

"¡Miren qué rápido soy!" - gritó mientras se alejaba de los demás.

El ciervo corrió rápidamente, siguiendo al conejo, mientras que la tortuga avanzaba lentamente pero con determinación. El pájaro voló alto y animaba desde arriba:

"¡Vamos, tortuga! ¡Vos podés!"

"Gracias, pajarito. Al final, cada uno tiene su ritmo" - contestó la tortuga mientras seguía su camino.

El conejo, viendo que iba muy adelante, decidió detenerse y descansar.

"Puedo darme un lujito, soy el más rápido" - se dijo a sí mismo y se tumbó a dormir bajo un árbol.

Mientras el conejo dormía, el ciervo se acercaba rápidamente. Pero de repente, ¡un arbusto cayó en su camino!"¡Oh no!" - exclamó el ciervo.

La tortuga, al ver lo que sucedía, decidió ayudarlo y dijo:

"¡No te preocupes, yo te ayudo!" - y, con su esfuerzo, lograron mover el arbusto.

"¡Gracias, tortuga!" - dijo el ciervo, un poco avergonzado.

Mientras tanto, el pájaro volaba por encima.

"¡Vamos, compañeros! ¡No se rindan! ¡El conejo está dormido!" - los animó.

La tortuga y el ciervo, aunque estaban algo cansados, continuaron corriendo con esfuerzo. Cuando finalmente llegaron al conejo...

"¡Despertate, conejo!" - gritaron.

El conejo se despertó sobresaltado y, al darse cuenta de que sus amigos se le habían adelantado, empezó a correr a toda velocidad. Pero ya era tarde. La tortuga, con su ritmo constante, llegó primero a la meta, seguida por el ciervo y el pájaro.

"¡Lo logré!" - gritó la tortuga, feliz "La perseverancia siempre gana".

"Es cierto, yo fui muy imprudente" - se arrepintió el conejo mientras se acercaba, sudoroso.

"Lo importante no era ser el más rápido, sino apoyarnos entre todos" - reflexionó el ciervo, sonriendo a sus amigos.

"Sí, y además, ¡lo pasamos genial!" - concluyó el pájaro.

Desde ese día, los animales aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo son más valiosos que la competencia. Organizaron más carreras, pero cada vez que lo hacían, ayudaban a los demás, y eso les llenaba de alegría. Aprendieron que siempre hay espacio para todos, y que lo importante no es llegar primero, sino disfrutar el camino juntos.

FIN.

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