La Gran Carrera de los Autos Amistosos



En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, vivían dos autos, Rayo y Lucho.

Rayo era un auto rojo brillante que siempre decía: - ¡yo voy a ser el campeón de la gran carrera del pueblo! - mientras que Lucho, un auto azul un poco más viejo, respondía con una sonrisa: - No importa si ganas o no, lo importante es disfrutar del camino. El día de la carrera llegó, y todos los autos del pueblo estaban emocionados.

Pero en medio de la competencia, Rayo se encontró con un gran obstáculo: una ladera empinada y resbaladiza que lo detuvo en seco. - ¡Ay no! - gritó Rayo, frustrado. - No puedo continuar.

Lucho, que venía detrás, no dudó en frenar y le dijo: - ¡Vamos Rayo! Te ayudaré. Con un empujón y mucho trabajo en equipo, lograron superar la ladera juntos.

Finalmente, no cruzaron la meta primero, pero Rayo comprendió que lo que realmente importaba era la amistad y la colaboración.

Al final de la carrera, exclamó: - ¡Tenés razón, Lucho! No se trata solo de ganar, sino de disfrutar la aventura con amigos.

Y desde ese día, ambos autos se convirtieron en los mejores amigos y aprendieron a disfrutar de cada ruta que recorrían, dejando atrás la idea de ser los mejores solo para ganar.

FIN.

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