La Gran Carrera de los Coloridos Animales
En el bello bosque de Colorín, donde todos los árboles eran de diferentes colores, los animales estaban emocionados porque se acercaba la Gran Carrera Anual. Todos querían participar y mostrar quién era el más rápido.
Ese día, Clara la tortuga llegó corriendo hacia el claro donde se reunirían todos. "¡Hola, amigos! ¿Quién va a correr en la carrera hoy?" - preguntó con su voz suave.
Cruz el conejo y Cri cri el grillo estaban alistándose. Cruz se vanagloriaba de su velocidad. "¡Yo soy el más rápido! Nadie puede superarme, ni siquiera vos, Cri Cri" - decía mientras daba saltitos.
"¡Eso no está tan claro!" - respondió Cri Cri, agitando sus antenas. "Cada uno tiene sus talentos. Además, ¡yo puedo saltar alto!"
Claudia la cebra, siempre avezada y con buen humor, se acercó. "Chicos, ¿qué tal si hacemos un trato? Cada uno mostrará su habilidad especial. ¡Así será más divertido!"
A todos les pareció una gran idea, y empezaron a calentar. Mientras tanto, Carla la rana, que adoraba el agua, se asomó desde un charco. "¿Me dejan participar? Canto y salto, y puedo ser la animadora. ¡Vamos, Colorín!" - dijo con entusiasmo.
La carrera empezó por la mañana. Cada animal tenía su propia posición. Cuando el silbato sonó, Cruz salió disparado como un trueno, mientras Clara, despacito, seguía cada paso con cuidado.
"¡Miren cómo corro!" - gritó Cruz, riendo. Pero no se dio cuenta de que un gran charco de barro estaba justo delante de él.
De repente, ¡plaf! Cruz cayó de frente en el barro. Todos los animales se rieron y él, cubierto de barro, dijo "Bueno, esto no es lo que esperaba..."
Claudia, al verlo reírse a pesar de la caída, decidió que era su turno. "Ahora, ¡yo puedo correr con todas mis rayas y emular a una mariposa!" - y con agilidad hizo saltos y giros maravillosos.
Pero el cerdito Cri Cri, en vez de correr, se quedó disfrutando de la música que había creado. "¡Miren que ritmo! Yo creo que podría ganar si mi música lo permite!" - empezó a bailar mientras todos lo miraban.
Mientras tanto, Clara, que había estado guardando energía, avanzó. "¡No me subestimen!" - gritó confiada, y comenzó a moverse rápido.
La carrera estaba muy interesante, con todos los animales mostrándose mutuamente sus talentos. Pero de repente, apareció un pequeño crío de ciervo, que se había perdido. Todos los animales se detuvieron.
Cruz, a pesar de su caída, fue el primero en decir "¡Vamos a ayudar!" - Así que la carrera se convirtió en una aventura para encontrar el camino a casa del ciervo.
Juntos, con la ayuda de Clara, que conocía bien el bosque, lograron guiar al pequeño a su hogar.
El ciervo, muy agradecido, les dijo "¡Ustedes son los mejores amigos que un ciervo podría tener!" - Y la moraleja fue que no importa quién sea el más rápido, sino quién sea el que ayuda a los demás.
Al final del día, los animales regresaron al claro, felices y riendo. Cruz levantó barro en sus patas y dijo "Creo que la carrera no era lo más importante, sino todo lo que hicimos juntos. ¡Vamos a tener otro encuentro pronto!"
Todos aplaudieron mientras el sol se ponía, llenando el bosque de colores brillantes, y en sus corazones, una hermosa amistad.
FIN.