La Gran Carrera de los Números
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Numerópolis, donde todos los habitantes eran números que vivían felices y en paz. En este mágico lugar, los números del 0 al 100 tenían una importante misión: ayudar a los niños a aprender a contar. Cada año, celebraban la Gran Carrera de los Números para mostrarles a los pequeños la magia de contar.
El día de la carrera, todos los números estaban emocionados. -¡Hoy vamos a impresionar a los niños! - gritó el 1, saltando de alegría. -¡Y demostrarles que contar es divertido! - agregó el 2, haciendo una voltereta. Los números se alinearon en la pista de carrera, listos para comenzar.
En la fila de atrás, el 0 se sentía un poco inseguro. -Yo no sé si soy tan importante como ustedes. - susurró al 1.
-¡Claro que sí! - respondió el 1 con una sonrisa. -Tú eres el comienzo de todo, sin ti no podríamos contar -.
-¡Eso es! - dijo el 2. -A veces los números más pequeños son los que tienen el mayor impacto.
Mientras tanto, en el borde de la pista, un grupo de niños miraba con atención. La maestra, la señorita Cien, les explicó: -Hoy aprenderemos a contar desde 0 hasta 100 mientras disfrutamos de la carrera de los números. ¿Están listos?
-¡Sí! - gritaron todos los niños al unísono, saltando de entusiasmo.
La carrera empezó. -¡Uno, dos, tres! - contaban los niños mientras los números corrían. El 1 lideraba la carrera, seguido del 2, el 3 y así sucesivamente. Sin embargo, algo inesperado pasó. El 50, que era conocido por su rapidez, tropezó con una piedra y se cayó.
-¡Ay no! - exclamó el 50, frustrado. -No puedo seguir, me he quedado atrás.
Al ver esto, el 0 tuvo una idea brillante. -¡No te preocupes, 50! - dijo con determinación. -Voy a ayudarte. Si contamos juntos, podemos levantarte y terminar la carrera. -
-¡Pero cómo, eres solo un número pequeño! - protestó el 50.
-¡Exactamente! - respondió el 0 con una sonrisa. -¡Yo soy el comienzo! Juntos podemos crear un número más grande. ¡Contemos! Uno, dos, tres...
Los demás números vieron lo que sucedía y empezaron a unirse. -¡Contemos todos juntos! - gritaron. Y así, el 0 se puso detrás del 50, mientras los demás se alineaban.
Todavía era un desafío. -¡Contemos en voz alta y con el corazón! - dijo el 1, mientras los números unían fuerzas en una hermosa melodía.
-¡Cincuenta y uno! ¡Cincuenta y dos! - gritaron los números mientras ayudaban al 50 a levantarse y seguir corriendo.
La energía positiva se repartió por todo el lugar, y los niños comenzaron a contar al unísono, contagiándose de la felicidad de los números. -¡Esto es increíble! - gritó una niña llamada Lola. -¡Contar es realmente divertido!
Finalmente, el 50 se puso de pie y comenzó a correr con toda su fuerza. -¡Gracias, amigos! ¡Juntos podemos lograrlo! - dijo con una gran sonrisa.
Al final de la carrera, los números cruzaron la línea de meta entre risas y aplausos. -¡Lo hicimos! - exclamaron los números, y los niños se unieron a la celebración.
La señorita Cien se acercó y les dijo a los niños: -Hoy aprendimos que el contar no solo nos ayuda a aprender, sino que también nos enseña sobre la amistad, la colaboración y la importancia de cada uno de nosotros. Cada número, grande o pequeño, tiene un papel esencial en este mundo.
Desde ese día, los niños de Numerópolis jamás olvidaron la Gran Carrera de los Números y siempre recordaron que contar era una aventura llena de sorpresas. Y lo más importante: que cada número, así como cada niño, tenía su lugar especial en la grandeza de los cuentos.
Así, en Numerópolis, aprendieron a contar no solo del 0 al 100, sino que también aprendieron que unidos, podían alcanzar grandes metas.
FIN.