La Gran Carrera de los Ratones



En un pequeño pueblo de ratones llamado Quesolandia, todos los ratones eran felices y vivían en armonía. Cada año, organizaban una gran carrera para celebrar la amistad entre ellos. Este año, todos estaban muy emocionados y se preparaban para el evento. Pero, en el fondo, había un pequeño ratón llamado Tico que siempre se sentía menospreciado por ser un poco más pequeño que los demás.

Tico se veía a sí mismo en el espejo de la casa de Quesolandia y pensaba: "Nunca ganaré esta carrera, todos son más grandes y rápidos que yo". Pero un nuevo ratón llegó al pueblo. Su nombre era Doni, un ratón enorme y seguro de sí mismo, que rápidamente se hizo amigo de todos, menos de Tico.

"¡Vamos, amigos! Este año, el campeón seré yo!", gritó Doni en una de las reuniones. Los demás ratones, incluyendo a Tico, se sonrieron, pero en el fondo sabían que Doni había dejado fuera a Tico por ser pequeño.

La mañana de la carrera llegó. Todos los ratones estaban alineados listos para correr, pero cuando el juez, el sabio ratón Don Gregorio, dio la señal, Doni rápidamente tomó la delantera, claramente seguro de que iba a ganar.

"¡Vamos, Tico! Tú también puedes dar lo mejor de ti!", gritó una ratona llamada Lía del fondo de la fila.

Justo cuando Tico se sentía animado, Doni se acercó a él y dijo:

"No te molestes, pequeño. Todos sabemos que la victoria no es para ratones como tú".

Tico sintió un nudo en su estómago, pero recordó las palabras de Lía. Decidió ignorar a Doni y seguir corriendo. Conforme avanzaba la carrera, Tico vio que Doni, en su afán de ganar, no estaba prestando atención al camino y seguía corriendo muy rápido, pero muy descontrolado.

De repente, un enorme trozo de queso cayó del camino y lo desvió de su trayectoria, haciéndolo tropezar justo al lado de Tico. Tico, al ver su oportunidad, no dudó en ayudarlo.

"¿Necesitas ayuda?", le preguntó Tico a Doni mientras trataba de levantarse.

"¡No! ¡No necesito ayuda de un ratón como tú!", respondió un poco lastimado, pero Tico persistió.

"Aun así, no puedo dejarte aquí solo, es la carrera de todos y debemos ayudarnos".

Tico extendió su pata, y a regañadientes, Doni aceptó su ayuda. Juntos continuaron la carrera, y mientras lo hacían, comenzaron a hablar.

"No sabía que eras tan valiente, pequeño ratón", dijo Doni mientras corrían.

"Gracias, y yo no sabía que era tan fuerte un ratón como tú", respondió Tico con una sonrisa.

Finalmente, ambos ratones llegaron a la meta casi al mismo tiempo. La multitud estalló en aplausos y Tico se sintió feliz no solo por haber corrido, sino porque había hecho algo valioso: ayudar a Doni cuando más lo necesitaba.

Don Gregorio, el juez, se acercó para dar el premio.

"Esta carrera ha mostrado no solo velocidad sino también respeto y compañerismo. Tico y Doni son el ejemplo a seguir. Hoy, ambos son ganadores".

Desde ese día, Doni y Tico se convirtieron en grandes amigos y decidieron que lo más importante de la carrera no era ganar, sino correr juntos y apoyarse, sin importar el tamaño. Así, en Quesolandia, los ratones aprendieron que el respeto y la amistad son más importantes que cualquier trofeo.

Y así, cada año, celebraron no solo la velocidad, sino la importancia de ayudarse unos a otros, independientemente de las diferencias y tamaños.

Fin.

FIN.

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