La Gran Carrera de Medidas
Era un hermoso día en el barrio de Villa Alegre, donde vivían dos amigos inseparables: Lila, una conejita muy curiosa, y Tito, un pequeño tortugo muy sabio. Lila siempre quería saber más sobre el mundo, mientras que Tito prefería estudiar las cosas con calma.
Un día, Lila tuvo una brillante idea.
- ¡Tito, hagamos una carrera! - propuso con entusiasmo. - ¡El primero que llegue al gran árbol del parque será el ganador!
- Está bien, Lila, pero necesitamos medir la distancia de manera justa - respondió Tito, acariciándose la barbilla como solía hacer cuando pensaba.
- ¡Sí, sí! Me parece genial. Pero, ¿cómo vamos a medirlo? - preguntó Lila, moviendo sus orejas emocionada.
Tito pensó un momento y dijo: - Podemos usar mis pasos y tus saltos. Cada uno cuenta como una unidad de medida.
Así que, sin más, decidieron que Tito mediría el camino usando sus pasitos y Lila contaría los saltitos.
- ¡Empecemos ya! - gritó Lila, que estaba ansiosa por comenzar.
Ambos se lanzaron en la carrera. Lila saltaba con todas sus fuerzas mientras Tito daba pasos lentos y seguros.
Al poco rato, Lila se dio cuenta de que estaba muy lejos y gritó: - ¡Tito! Yo llevo 15 saltos. ¿Cuántos pasos hiciste?
- Hmm, de acuerdo, llevamos 10 pasos aquí - contestó Tito, concentrado en no perder el ritmo.
La carrera continuó pero de pronto, Lila se detuvo y se dio cuenta de algo.
- ¡Espera, Tito! Esto no es justo. Por cada salto que doy, tú avanzas un poco con tu paso. Pero no sé cuánto es esto, ¡necesitamos una regla de medidas!
- ¡Tienes razón, Lila! - afirmó Tito con un brillo en sus ojos. - Tal vez podamos encontrar algo que nos ayude a medir.
Ambos se pusieron a buscar por todo el parque. Miraron debajo de una piedra, en el árbol, y hasta en la fuente. Finalmente, Lila encontró una cuerda que parecía tener la longitud perfecta.
- ¡Mirá, Tito! - exclamó mientras sostenía la cuerda - Podemos usarla para medir nuestro recorrido.
Tito sonrió. - ¡Perfecto! Ahora, podemos establecer cuántos pasos son igual a un salto.
Cortaron la cuerda en pedacitos y comenzaron a medir. Al final encontraron que 3 saltos de Lila eran aproximadamente igual a 2 pasos de Tito.
- Ahora sí podemos continuar con la carrera - dijo Lila, lista para saltar con más confianza.
- Pero espera, ¿no deberíamos volver a empezar? - sugirió Tito con cautela. - Ahora que tenemos las medidas claras, ¡podemos ser justos!
Así que decidieron empezar de nuevo. Esta vez, con mucha más atención a las medidas. Lila comenzó a saltar, contando sus movimientos, y Tito lo hacía paso a paso.
Cuando llegaron al gran árbol, ambos estaban cansados pero felices. Lila dijo: - Fue muy divertido, Tito. ¡Y aprendimos algo muy importante sobre las medidas!
- Exactamente, Lila. Aprendimos que para hacer una competencia justa, es importante tener bien claro cómo vamos a medir y compararnos. ¡Qué buena carrera! - respondió Tito, sonriendo.
Desde ese día, cada vez que Lila tenía una idea, primero consultaba a Tito para asegurarse de que todo estuviera medido y controlado. Y Tito, por su parte, se aventuró a saltar un poco más, siempre buscando nuevas maneras de medir su curiosidad por el mundo.
La amistad entre ambos creció aún más al aprender juntos y trabajar en equipo. Y así, Lila y Tito siguieron explorando el barrio, contando sus pasos y saltos, lo que les llevó a vivir numerosas aventuras y descubrir el poder de la colaboración en cada una de ellas.
FIN.