La Gran Carrera Solidaria
Era un viernes soleado en el pueblo de Esperanza, donde los niños de la escuela estaban muy emocionados porque se estaba organizando la Gran Carrera Solidaria. La idea era recaudar fondos para ayudar a los refugios de animales. En medio de toda la algarabía, dos amigos, Tomi y Lila, se destacaban por su entusiasmo.
Tomi, un niño de cabello rizado y una sonrisa contagiosa, estaba entrenando muy duro para la carrera. Mientras tanto, Lila, una niña de ojos brillantes y con una gran pasión por los animales, tenía un corazón enorme y muchas ganas de ayudar.
"¡Vamos, Lila! ¡No veo la hora de correr!" - gritó Tomi mientras hacía estiramientos en la plaza del pueblo.
"¡Sí, Tomi! Pero también debemos recordar por qué lo hacemos. ¡Es por los perritos y gatitos sin hogar!" - respondió Lila con un brillo en sus ojos.
Esa mañana, ambos comenzaron a calentar sus piernas mientras conversaban con otros niños que también se preparaban para la carrera. La emoción se podía sentir en el aire, y todos parecían tener muchas ganas de ayudar.
Pero mientras el sol alcanzaba su punto más alto, un niño más pequeño, llamado Nico, se acercó a Tomi y Lila con un problema.
"¡Hola! ¡No sé si voy a poder correr!" - dijo Nico, con un nudo en la garganta.
"¿Por qué no?" - preguntó Tomi, preocupado por su amigo.
"Es que no tengo zapatillas adecuadas y tengo miedo de lastimarme" - explicó Nico, mirando sus viejas zapatillas desgastadas.
Lila miró a Tomi y después a Nico, y se le ocurrió una idea brillante.
"¡Esperá aquí! Voy a buscar mis zapatillas extra" - dijo Lila mientras corría hacia su casa.
Cuando regresó, llevaba un par de zapatillas que le quedaban un poco grandes, pero que estaban casi nuevas.
"¡Mirá, Nico! Estas son tuyas. Te van a quedar bien y vas a correr súper cómodo" - le dijo Lila sonriente.
"¿Estás segura?" - preguntó Nico, algo inseguro.
"¡Claro! Lo más importante es que todos corran y se diviertan. La carrera es para ayudar a los animales" - respondió Tomi animándolo.
Nico sonrió y se probó las zapatillas. ¡Le quedaban perfectas!"¡Gracias! No sé qué haría sin ustedes. Ahora sí puedo correr" - exclamó Nico lleno de alegría.
Con el corazón contento, los tres amigos se dirigieron a la línea de partida. Al sonar la bocina, todos los niños comenzaron a correr. Tomi y Lila llevaban la carrera en la sangre, pero no olvidaron a su amigo. Juntos fueron avanzando, riendo y disfrutando el momento.
Pero a medio camino, algo extraño sucedió. Un pequeño perrito se cruzó en la pista, asustado y perdido. Los chicos, al ver esto, frenaron de golpe.
"¡Pobrecito!" - dijo Lila, su corazón latiendo rápidamente.
"Debemos ayudarlo. No podemos dejarlo solo aquí" - agregó Tomi, mirando a Nico que también parecía preocupado.
Nico miró a sus amigos y, aunque su plan era llegar a la meta, decidió que ayudar al perrito era más importante.
"¡Vamos a hacerlo!" - exclamó, perdiendo la noción de la carrera. Los tres se acercaron al perrito, que estaba temblando. Con cuidado, Lila lo acarició y Tomi le habló en un tono suave.
"¡Todo va a estar bien, pequeño!" - dijo Tomi, mientras Nico le daba un trozo de su snack.
Después de unos minutos, el perrito comenzó a relajarse y movió la cola. Finalmente, Lila tuvo una idea brillante.
"¿Y si llevamos a este amiguito a la estación de animales? Sabían que hoy había una carrera y vendrían por aquí para ayudar a recoger a los animales perdidos" - sugirió Lila.
Con el pequeño perrito en brazos, Tomi, Lila y Nico decidieron que, aunque no llegarían a la meta de la carrera, habían ganado mucho más al ayudar a un animal en necesidad. Al final, al llegar a la estación, los adultos se pusieron muy contentos al verlos llegar con el perrito.
"¡Ustedes son unos héroes!" - les dijo una señora que trabajaba en la estación de animales.
Con una sonrisa, Tomi, Lila y Nico se dieron cuenta de que la verdadera victoria no era haber llegado primero a la carrera, sino ayudar a un ser que lo necesitaba.
Sintiendo todo lo que habían logrado, corrieron de regreso a la línea de meta… ¡y sí! ¡Todos los amigos los esperaban con aplausos y sonrisas!"¡Ustedes son los verdaderos campeones!" - aclamó uno de los chicos.
Así, los tres amigos aprendieron que ayudar a otros, ya sean personas o animales, puede ser la mejor carrera de todas. Y en su corazón, sabían que la verdadera solidaridad nunca se termina, porque siempre hay alguien a quien ayudar.
Ese viernes se convirtió en un día inolvidable para todos en Esperanza, y la Gran Carrera Solidaria no solo recaudó dinero, sino que también sembró amor en la comunidad. Y, por supuesto, el pequeño perrito encontró su hogar… junto a ellos.
FIN.