La Gran Cena de la Selva
En lo profundo de la selva, donde los árboles se alzan como torres y el canto de los pájaros resuena melodiosamente, un grupo de animales decidieron hacer una cena especial. Había un claro, iluminado por los rayos del sol que se filtraban entre las hojas, y allí se iba a llevar a cabo la celebración.
El primero en llegar fue Tico, el tucán. Con sus colores vibrantes y su gran pico, era el más animado de todos.
"¡Hola, amigos! ¿Listos para la fiesta?" - gritó con alegría.
"Estoy muy emocionada, Tico. ¡No puedo esperar para probar la fruta tropical!" - respondió Lila, la iguana, que venía cargada con unas piñas frescas.
De repente, un suave ruido hizo que todos se giraran. Era Coco, el mono, colgado de una rama.
"¡No se olviden de mí! Estoy trayendo los mejores plátanos de toda la selva" - dijo, haciendo piruetas mientras descendía.
Así, uno a uno, los animales llegaron al claro: la tortuga Tina, con sus deliciosos cuencos de ensalada de hojas verdes; el jaguar Javi, que trajo carnes asadas; y la sabia lechuza Lupe, que se ofreció para contar historias mientras cenaban.
Mientras se preparaba la cena, los animales se dieron cuenta de que todos estaban muy emocionados, pero había algo que faltaba. Lila, curiosa, preguntó:
"¿Y qué hay de las luces para iluminar el claro?"
Los animales miraron hacia arriba, y Tico, siempre positivo, dijo:
"No se preocupen, podemos usar las luciérnagas para iluminar y dar un ambiente mágico. ¡Serán nuestra decoración!"
Así que mientras Coco, Javi y Tina estaban ocupados cocinando, Lila y Tico salieron a buscar luciérnagas. Pero algo inesperado sucedió. Justo cuando estaban listos para regresar, un fuerte viento sopló y apagó todas las luciérnagas que habían atrapado.
"Oh no, ¿qué vamos a hacer ahora?" - exclamó Lila con preocupación.
"No perdamos la esperanza. ¡Pensemos!" - sugirió Tico, buscando en su mente una solución.
Entonces, una idea brillante le llegó a Lila.
"¿Y si hacemos nuestras propias luces con frutas? Podemos vaciar algunas piñas y colocar pequeñas velas en su interior."
Tico sonrió, y todos comenzaron a buscar las frutas más hermosas de la selva. Mientras tanto, Javi y Tina seguían preparando la cena, y la emoción fue creciendo en el aire.
Finalmente, todos se reunieron en el claro, las piñas luminosas estaban colocadas en círculo, y la cena estaba lista.
"¡Espectacular!" - gritó Coco al ver el esfuerzo de todos.
Bajo la luz titilante de las piñas luminarias, comenzaron a cenar y disfrutar de la rica comida.
"Les contaré una historia" - dijo Lupe, con su voz suave y tranquila. "Había una vez un pequeño tigre que quería ser valiente..."
Mientras escuchaban, una sensación de alegría y compañerismo los envolvió. Cada animal en el claro aportó algo distintas y eso hizo que la cena fuera única y especial.
Al terminar la cena, todos se sintieron muy satisfechos. Pero antes de irse, Tico propuso una idea.
"Hagamos de esto una tradición. Cada semana, nos reuniremos aquí para compartir, cocinar y crear momentos juntos. ¡La selva siempre será nuestro hogar!"
"¡Sí! De aquí en adelante, la cena de la selva será un evento semanal entre amigos!" - gritó Coco, mientras todos aplaudían con entusiasmo.
Así nació la tradición de la Gran Cena de la Selva. Cada semana, los amigos se reunían, compartían risas, historias y sobre todo, aprendizajes, indicando que lo más importante no era la comida, sino el tiempo compartido entre amigos. Y así, la cena se convirtió en un símbolo de amistad y unión entre todos los habitantes de la selva.
FIN.