La Gran Competencia de Talentos
Era una mañana de primavera en la Escuela Primaria Arcoíris, y todos los alumnos estaban emocionados por la llegada de la Gran Competencia de Talentos. Esta competencia era una tradición de la escuela, donde cada clase debía presentar un talento único. Ema y Mateo, amigos desde el jardín de infantes, estaban deseando participar juntos.
"Mateo, deberíamos hacer algo que sorprenda a todos!" - dijo Ema con una sonrisa.
"Sí, pero me gustaría tocar la guitarra, es lo que más me gusta" - respondió Mateo, un poco inseguro.
Ema lo miró con entusiasmo "¡Genial! ¡Podemos hacer un dúo! Tú tocas la guitarra y yo canto. Juntos seremos el mejor equipo".
Mateo dudó un instante. En su mente, había escuchado que los chicos eran los que deberían destacar en la música, mientras que a las chicas se les esperaba que fueran bailarinas o actrices. Pero Ema lo convenció para que no se rindiera.
"No importa lo que digan otros, ¡hacemos lo que nos gusta!" - dijo Ema, y Mateo accedió. Empezaron a practicar todos los días después de la escuela. Ema eligió una canción pegajosa que a ambos les encantaba.
Mientras tanto, en la clase de al lado, Ana y Julián estaban en medio de otro dilema. Ana era una talentosa jugadora de fútbol, pero se sentía intimidad por la idea de que el fútbol era un deporte “de chicos”. Julián, que adoraba bailar y tenía ganas de hacer una coreografía, se encontró con la misma presión.
"No sé si debería hacer el baile, dicen que los chicos no deberían bailar" - dijo Julián, mirando al suelo.
"¿Y qué importa lo que piensen? Yo también quiero jugar al fútbol. ¡Tengo una idea! Podemos hacer un mix, tú bailas y yo juego" - Ana le dijo con confianza.
Los dos amigos comenzaron a ensayar, pero se dieron cuenta de que se necesitaban mutuamente, y que podían combinar sus talentos en una presentación innovadora. Así, Ana comenzaría con un acto de fútbol, seguido de un sorprendente baile de Julián.
Finalmente, llegó el día de la competencia. El gimnasio estaba lleno de padres y compañeros, y el ambiente repleto de emoción.
Cuando le tocó a Ema y Mateo, el nerviosismo invadió a Mateo.
"¿Y si no les gusta?" - preguntó.
"¡No pienses en eso! Solo diviértete y disfruta!" - animó Ema.
Y así, subieron al escenario. Mateo tocó la guitarra y la voz de Ema resonó en todo el gimnasio. Fue un momento mágico, y sus amigos aplaudieron con entusiasmo.
Luego fue el turno de Ana y Julián. Cuando Ana empezó a hacer sus jugadas de fútbol, el público se quedó asombrado. Justo cuando todos pensaban que iba a terminar, Julián saltó al escenario y comenzó a bailar, acompañando a Ana. Fue un espectáculo increíble, donde el fútbol y el baile se unieron en perfecta armonía.
Al final de la competencia, el jurado se reunió para deliberar. Mientras la escuela esperaba ansiosa los resultados, los cuatro amigos se juntaron.
"A veces creo que no podemos hacer lo que queremos porque otros lo dicen" - dijo Mateo.
"Sí, pero hoy hemos demostrado que nuestras pasiones no tienen género" - añadió Ana.
Finalmente, la directora subió al escenario y dijo:
"Este año, hemos tenido una competencia excepcional. Todos los equipos han destacado por su creatividad y trabajo en equipo. Pero al ver cómo han colaborado Ema y Mateo, así como Ana y Julián, el premio a la Originalidad es para todos ustedes".
El gimnasio estalló en aplausos. No importaba si eras niño o niña, lo que realmente importaba era tener la valentía de mostrar quién eras y compartir lo que te apasiona.
Desde ese momento, en la Escuela Primaria Arcoíris, todos supieron que los talentos no tienen género y que cada uno podía ser lo que quisiera, sin miedo a lo que otros pensaran. Y así, Ema, Mateo, Ana y Julián siguieron sus sueños, inspirando a otros a hacer lo mismo.
FIN.